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El meollo

Luces y sombras

Luces y sombras

El meollo de la cuestión está en calibrar qué es exactamente lo que ha pasado para que la ciudad más premiada del mundo luzca la iluminación de Navidad más pobre nunca vista. ¿Es solo una cuestión de falta de presupuesto o también es una muestra de exceso de confianza, cierta bisoñez política y de no saber qué es lo que se traer entre manos?

Sin excusa posible ante lo que resulta una evidencia tangible, la concejala responsable Anabel Gulías ha acusado el nuevo golpe sufrido y ha cargado abiertamente contra la empresa adjudicataria de la iluminación festiva para todo el año 2017.

"La queja está enviada -ha dicho a este periódico la edil nacionalista- y estamos a la espera de una solución".

Una empresa cualquiera en su sano juicio y con una relación comercial abierta con el Ayuntamiento de Pontevedra ya habría trasladado un acuse de recibo en forma de satisfacción urgente. Pero veinticuatro horas después del mensaje nada subliminal, la Plaza de la Herrería, corazón de la ciudad, estaba simplemente a oscuras, más a oscuras todavía: ni árbol central ni luces sobre las camelias. Todo lucía apagado la noche del pasado sábado.

Entre lo pobre de solemnidad y lo ostentoso hasta decir basta existe sin duda un largo trecho. Es decir, hay un término medio que, en múltiples circunstancias y situaciones, resulta sumamente recomendable. Esa diferencia tan enorme y manifiesta separa estos días a Vigo de Pontevedra en cuanto a sus respectivas iluminaciones navideñas. No hay color.

Un buen amigo dice que al alcalde olívico, Abel Caballero, le encanta meter un dedo en el ojo cada vez que puede a su homónimo capitalino, Miguel F. Lores. En esta ocasión, Lores no habrá tenido otro remedio que restregarse bien los ojos, abrirlos y cerrarlos varias veces, para observar con atención el despliegue de luz y sonido de Caballero, eso sí a base de rescarse el bolsillo y de qué manera. La cifra empleada en tamaño despliegue produce mareo, y puede que todo se reduzca a eso.

"Dejadez" ha sido un término empleado por la concejala Gulías para calificar el trabajo de la empresa eléctrica de la navidad pontevedresa. Pero quizá también está valorando sin darse cuenta su propia labor.

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