La plaga del picudo rojo, que amenaza con acabar con las palmeras, no parece tener freno. Su extensión por toda la ciudad ya es un hecho, tanto en árboles públicos como privados. Los tratamientos municipales se han centrado en estos años en hacer frente a este voraz insecto en los Jardines de Vincenti, donde se concentra la más importante colección de palmeras del casco urbano.

Pero si aún están a salvo esos ejemplares, muchos otros han sido atacados por el picudo. Campolongo, desde el parque frente a la iglesia parroquial hasta las calles Iglesias Vilarelle o Fernández Ladreda, es el más reciente -que no el último- punto donde se ha detectado este azote. Por ello, el Concello se ve obligado a aplicar un plan de choque para tratar de frenar el problema. Se calcula que una veintena de palmeras municipales (ninguna de ellas en los Jardines de Vincenti) ya están infectadas, sobre todo en Campolongo, donde se prueban nuevos tratamientos para casos más avanzados.

Numerosas zonas

Cobián Roffignac, Sierra, paseo de Colón, el Sexto Edificio del Museo, el entorno de la plaza de San José, junto a la antigua sede de Magisterio, Riestra o Pontemuiños, además de los estragos ya causados en Lourizán y Marín son algunos ejemplos de la extensión por toda la ciudad.

En los jardines de Vincenti se ubica el parque de Las Palmeras, la "joya de la corona" de esta especie en la ciudad, que se está salvando por el momento de los ataques (que no de la colonización) del picudo, gracias a los constantes tratamientos y fumigaciones.

Y ese mismo proceso debe realizarse ahora en otros árboles públicos, si bien los expertos echan de menos una actuación similar en otros muchos puntos de la ciudad, a cargo de particulares pero en especial de diversas administraciones, sobre todo por parte de la Xunta, e incluso de la Diputación pese a que la Estación Fitopatolóxica de Areeiro ha alertado en numerosas ocasiones de esta plaga. Palmeras del Palacete das Mendoza, detrás de la antigua delegación de Educación y en otros lugares ya han sido conquistadas por este insecto y se teme que acabe repitiéndose en Pontevedra el panorama que se observa en todo el sur de la provincia: apenas sobreviven palmeras.

Los técnicos del departamento de Parques y Jardines del Concello insisten en lanzar mensajes a los particulares advirtiéndoles de que eviten las podas de sus palmeras en épocas de calor. Aunque el frío ya llegó, la climatología de este año ha sido especialmente propicia para la propagación del picudo.

El primer ejemplar infectado en la provincia se detectó en Gondomar en 2012. Se cree que la plaga llegó desde Portugal y desde entonces no ha parado de expandirse por la provincia.