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Javier Gil Valle, Javivi: "La cultura es esfuerzo, tristemente hoy creamos esta cultura poco esforzada"

El intéprete llega a Pontevedra con la comedia clásica "El príncipe y la corista"

Javier Gil en el papel del rey de Carpatia.

Lluvia Rojo, Marta Fernández-Muro, David Carrillo y Bruno Lastra acompañan sobre el escenario a Javier Gil, Javivi, en "El príncipe y la corista", una versión actualizada del clásico de Rattigan que podrá verse en el centro social e AFundación el próximo día 17.

- ¿Cómo es que un doctorado en La Sorbona se decanta finalmente por la interpretación?

-Fue por un azar del destino, es verdad que se puede ser una cosa y ser otras cuatro más, yo de hecho no he abandonado mi vertiente de sociología aplicada a la empresa, sigo siendo consultor, me apasiona, y ahora lo que he introducido en mi trabajo de consultor es también la metodología actoral para trabajar la comunicación entre las personas de un equipo laboral. Y luego lo de actor me vino por un destino pero podía haber seguido o no, dependiendo, esta profesión es tan especial... Lo que tengo que decir es que para mi ha sido un honor haber podido trabajar con actorazos, en otras importantes de teatro y haber conseguido no diría un nombre porque las marcas en el mundo actoral van y vienen, pero si haber desarrollado una carrera con un público que estima tu trabajo y te sigue.

- ¿Es verdad que alguien le dijo una vez que su trabajo de actor le había salvado de una depresión?

-Sí, es verdad, me lo dijo el portero de una de las casas donde viví, fue muy bonito. Tener fans, gente que aprecia tu trabajo, que te dice por ejemplo "eres un crack", "como me gustas" y ves su cara sonriente y a la vez feliz eso no tiene precio. Actuar está muy bien, pero llegar al corazón o a la mente o a los músculos de alguien es increíble, precioso.

- ¿Su manera peculiar de hablar le ha supuesto un reto añadido como intérprete?

-Es un hándicap, siempre es un hándicap, cuando hablas con un tartamudo, con una persona que tiene cojera etc siempre es un hándicap, una dificultad añadida. Lo que me ha permitido el mundo actoral es mejorar mi dicción tropecientosmil, y siempre lo digo: seas o no un actor conocido, te guste o no la interpretación las técnicas actorales le vienen bien a todo el mundo para mejorar su expresividad corporal, verbal, mental, la gimnasia actoral, la que está antes y después de la propia interpretación, es canela en rama. A mi la tartamudez me ha negado muchas cosas, efectivamente, y no me ha dado porque siempre se dice "no, a ti te ha dado..." Pues no sé si me ha dado o me ha quitado pero al final uno si puede no ser tartamudo encantado de la vida ¿o no?

- ¿Es la capacidad de experimentar otras vidas lo que más le gusta de su oficio?

-No, el reto para un actor es conseguir interpretar lo que un texto dice; antes que el personaje, de si es un malo o un bueno, es cómo vas a decir todas esas frases para que tengan un sentido y expliquen un estado de ánimo, quizás es eso lo anterior. La gente tal vez no valora ese trabajo técnico, toda la ingeniería que hay detrás de una comedia o un drama, solo vemos un personaje que más o menos te puede resultar, pero cuando entras dentro del trabajo es otra cosa. Es como si le digo a alguien: haces una casa, na, pones un par de ladrillos y no, si vas tu con un albañil ves que no es poner un par de ladrillos. En mi caso me quedo con el texto, lo que él indica qué tienes que poner de ti para poderlo decir como indica, también tu director y tus compañeros, porque estamos hablando de un juego colectivo donde tiene que haber credibilidad, la credibilidad es la clave. Y es un trabajo de perfeccionista, tiene que entender la gente que repetimos escenas hasta que el director dice "lo tenemos", cosa que en otros trabajos se hacen bien las cosas pero sin esa exigencia de perfeccionismo, necesitamos ese perfeccionismo porque algo que es irreal tenemos que convertirlo en algo que te resulte real, en creíble.

- ¿Más que talento hay que tener oficio, oficio y oficio?

-Sí, hay una gran diferencia entre un trabajador, un profesional, un actor en este caso, que está muy activo y uno que está menos activo: si tu, en cualquier trabajo, cualquier adiestramiento o talento lo estás ejercitando con asiduidad, incorporando nuevas experiencias, estás ágil, tienes el instrumento afinado como se suele decir. Por eso un actor lo que pretende es no dejar de trabajar, como un deportista, porque como ellos trabajamos con todo nuestro cuerpo y además con las emociones, y eso es lo que nos obliga también a ese atletismo del oficio del mundo actoral. Yo vengo del oficio, formación como actor la he ido adquiriendo en las oportunidades que me ha dado el destino de trabajar con gente y producciones de teatro y cine tan buenas. Y hay que decirlo, unas veces haces cosas geniales y otras no tanto pero aprendes de ambas y perfeccionas: hace poco veo cuando empecé "Brácula" y digo ostras, si ha llovido para mejor. Y también es muy bonito el poder decir esto, cómo he mejorado.

- Ha mencionado uno de los proyectos en los que colaboró con él ¿qué recuerda de Chiquito de la Calzada?

-Una persona realmente muy magnífica, tranquila, calmosa, todo lo contrario a lo que veíamos en su faceta espectacular, sus chistes tan maravillosos. Lo tuve de compañero en dos películas o él me tuvo a mí y fue muy educado, muy sobrio y respetuoso, son cosas que se están perdiendo y por eso las pongo en la palestra, por eso llamo la atención sobre ellas. Chiquito escuchaba a todo el mundo, apreciaba todo, todo le parecía digno de ser atendido, tenía una escuela muy japonesa, esa escucha que... Quizás cuando has estado tanto tiempo fuera, y a mí me ha pasado porque me he criado en Francia, y vuelves no estás ni allí ni acá, estás incrédulo respecto a tu propio yo y dejas que los demás también sean. También era nuevo en cine, no es lo mismo contar chistes que la metodología actoral, a la gente le parece todo sencillo y cuando viene a un rodaje se queda flipada de la dificultad que supone, del arte que tiene y de la técnica. Chiquito trabajaba con pinganillo, su mánager le leía el texto, él lo oía y rápidamente lo repetía porque era muy creativo, pero precisamente como era muy creativo le costaba lo de estudiar, a un señor como él la metodología de estudiar pues le venía... como que no (sonríe).

- ¿Qué visión de la cultura echa en falta en este país?

-Una más preciosista, de más esfuerzo, y lo digo por lo siguiente, mucha gente me dice "oye, dime dónde ver un espectáculo, pero que no me haga pensar, a mí algo fácil".

- Eso de pensar la cultura como espectáculo.

-Ojo, lo que quiero decir es que en la cultura como en otras artes hay que esforzarse, es como si usted quiere ir al gimnasio pero que no me hagan moverme. Tengo 56 años y en los 60 y 70 nuestros padres, que eran obreros, querían que fuésemos a la universidad, a donde íbamos a esforzarnos, a estudiar, a ser curiosos. Y con la cultura hemos pasado a que esté pasada por agua, a que la gente sea muy pasiva, lee menos, ve más imágenes y cada vez más edulcoradas; no, yo creo en la sociedad del esfuerzo, no de un esfuerzo absurdo, pero si hablamos de deportistas o de alguien que ha logrado algo vemos que le ha puesto esmero, empeño, dedicación, valores que si no quieres la palabra esfuerzo ponemos otra, pero en general es que ha sacado más de dentro de sí, el que escribe se esfuerza en escribir. La cultura es esfuerzo, tristemente hoy creamos esta cultura poco esforzada.

- Declaró que conviene no irse a la cama demasiado satisfecho de uno mismo.

-Ah sí (risas) pero no es mío: si, si, es así, diría para mi que ojalá empiece nuevos retos donde no sepa nada, como me pasó con el mundo de la actuación y sea todo un cambio a descubrir y a experimentar, es decir probarte y a mejorar y a superarte, es así.

- ¿Es de los que dice que si volviese a vivir repetiría todo igual?

-No, no, yo no claro. Leí el otro día una frase que me gustó mucho: la vida es una máquina que nos dan para extender el tiempo, y yo a esto le añadiría de extender el poco tiempo que realmente tenemos. La conciencia de saber, no de ir rápido, de apreciar ese tiempo como un valor que puede desaparecer a la vuelta de la esquina, y eso nos debe de hacer decidir mejor, yo creo que decidiríacosas mejores que las que decidí, claro que si; eso para mi es lo bueno de la reflexión, y no ha por arrepentirme, sino porque el resto que me quede de vida ostias, toda la sapiencia, a mi no me pillan dos veces en ese mismo agujero, que no, que no.

- Me despido preguntándole por "El príncipe y la corista"...

-(sonríe) Pues sí, es fanatástico, tenemos una obra que Pilar Castro la directora le ha dado un swing, un humor, una velocidad, un ritmo. Ha mezclado un género romántico, un género sentimental, con otro cómico muy a su estilo que ya lo vereis, mi príncipe es una mezcla histriónica de alguien muy soberbio, muy autoritario, pero también muy bobalicón en el mejor sentido de la palabra, más de Peter Sellers o de Luis de Funes, que de ellos dos se han pillado algunas cosas que potenciamos allí, el propio príncipe es un comediante de su propio papel, hay que decirlo. Estamos hablando de una república bananera entre comillas, que no es reconocida en Europa, que busca serlo de cualquier forma y que actúa con cierto autoritarismo, es una monarquía que se ha quedado un poco atrás en el tiempo, un tiempo un poco especial que hace que este señor también lo sea. Ya ve que digo monarquía y república porque a veces hay repúblicas que son en realidad monarquías: es una dictadura decimonónica y éste es un pieza especial; me gusta mucho como lo estamos llevando y para mi es una buena exhibición de una comedia neorrealista mediterránea.

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