"La situación es bastante alarmante". Con esta frase resume Javier Sánchez, de la comunidad de aguas de Caritel, en Ponte Caldelas, la problemática del agua de la traída de las diferentes parroquias en la comarca.

Actualmente, el consumo de agua en este lugar, con 87 usuarios, está restringido entre las 12 del mediodía y las 9 de la noche. "No hay agua para más y además es uso exclusivo para las viviendas: nada de regar plantas, lavar coches ni baldear aceras", concreta.

Sánchez no recuerda ningún otro otoño como el de este año. "Para nada" , dice categóricamente. "Las épocas más duras son las estivales, cuando hay más sequía y se duplica o triplica la población por la gente que viene en el verano".

En caso de prolongarse la situación, la comunidad de aguas considera que las administraciones deberían trabajar para garantizar el suministro a la población. "Deberían crear un plan y estudiar cada zona y sus necesidades para poder abastecerlas", propone.

También en Ponte Caldelas, pero en el lugar de Chaín, una de las zonas más afectadas por los incendios del pasado mes de octubre, el suministro de agua está garantizado. De ello se ocupa la comunidad de usuarios de agua de Chaín. José Manuel Cal, secretario de este colectivo, explica que este consumo es posible porque "diariamente se sube a bombear manualmente los pozos para que el agua llegue al colector general".

Son cerca de 65 vecinos que se quedaron sin agua al arder las tuberías con los fuegos. "Estamos a expensas de enterrar las nuevas o de saber si se trata de un problema de escasez", asegura.

"Cuando no hay agua, no hay. Avisamos por un grupo de WhatsApp de que el día en que se desceba el pozo no abran grifos ni nada para que no se les desceben las tuberías. Después ya pueden usarlo, pero con mucho sentidiño", puntualiza.