Un siglo de vida da para mucho. Apenas fue consciente de la Guerra Civil, pero sí vivió los efectos colaterales de esta. El hambre, la miseria y la obligada emigración. 100 años después de todo aquello, Inés Fernández sigue siendo capaz de rememorar pasajes de su vida.

La temprana muerte de su madre golpeó a una familia de cinco hermanos que tuvieron que ser criados por sus tíos ante el posterior viaje de su progenitor a Argentina, con retorno tardío.

Entre esas idas y venidas de su padre se crió Inés hasta asentarse definitivamente en el lugar de Alberguería, en la parroquia morañesa de San Salvador de Saians, donde montó un establecimiento de comestibles del que vivió toda su vida. Ahora ya solo los más viejos del lugar recuerdan la actividad plena que llegó a tener la "tendera" en el único local de la zona en el que adquirir algo que echarse a la boca.

"En el pueblo es muy querida y reconocida. Porque ella, al margen de su actividad profesional, ayudó a muchas personas que lo estaban pasando mal", explica Tucho Rodríguez, el marido de una de las dos sobrinas que permanece viva.

A falta de descendencia, él y su mujer, María del Carmen Fernández, son los que "miran un poco por ella". "Vivimos en Pontevedra, pero la vamos a visitar dos o tres veces por semana", asegura Tucho, que reconoce que, en parte, ellos son "como sus hijos".

Sin embargo, que la familia acuda a verla no significa que Inés Fernández no pueda valerse prácticamente por sí misma. Desde el pasado jueves, acumula un centenario de años a sus espaldas. Pero perfectamente se podría decir que tiene tres lustros menos.

Una empleada del hogar le prepara las comidas, le ayuda en sus labores diarias y le da conversación. Inés se mueve con andador, pero no tiene demasiadas dificultades para subir y bajar cada día las escaleras que unen la planta de baja de su vivienda con el primer piso, donde duerme y pasa las mañanas. "Si por ella fuera, bajaría sola las escaleras, pero le ayuda la empleada por si acaso. Ya es muy mayor y se puede resbalar, marear o cualquier cosa", expone Tucho.

Ayer, vecinos, familiares y amigos se acercaron al Local Social de Alberguería para celebrar todos juntos un centenario histórico. A ella le hizo ilusión. Tanta como salir en FARO, el periódico que, reconoce, tiene en casa "desde siempre". El homenaje, con catering incluido, "es un detalle". "Lo menos que se podía hacer" por la tendera, aseguran los vecinos.