Aunque los comuneros aceptan un uso del monte ordenado en el que hay cabida para el eucalipto o el pino, la Organización Galega de Comunidades de Montes considera que se deben dar a conocer otro tipo de producciones alternativas, "que las hay", especialmente a los particulares, para terminar con las plantaciones de estas especies pirófitas en fincas agrícolas.

-¿Pasa el futuro de los montes por aceptar la presencia controlada del eucalipto?

-Por una razón lógica. Ahora hay en Galicia unas 450.000 hectáreas de eucalipto. Pontevedra tiene mucha superficie con eucalipto. Cualquiera que se plantee su erradicación tiene un problema: cómo eliminarlo, ¿arrancándolo? ¿fumigando? Es una línea que se ha descartado. En estos momentos está descontrolado. Lo que habría que hacer primero es recuperar aquellas tierras en las que fue plantado de forma "ilegal", como son las de tipo agrícola, sobre todo porque son las más próximas a las viviendas del rural. En la comarca fueron ocupadas y encima de las viviendas hay franjas de eucalipto y de pino. No son suficientes las distancias de seguridad que marca la ley, que fija un mínimo de 30 metros sin plantaciones de eucalipto y pino, y los permite a más de 50, de forma ordenada. Son distancias que valen para fuegos pequeños, pero no los que estamos viendo últimamente. Un eucalipto puede llegar a medir 30 metros de altura y con fuertes vientos es como una ballesta que se dobla y cubre esas distancias. Otro problema es que hay una continuidad excesiva. Valga de ejemplo el Castrove, eucalipto y pino desde Campañó hasta el final de Poio con Sanxenxo. Nosotros proponemos romper con esa continuidad para que haya grandes áreas de separación, no los cortafuegos básicos, cubiertas con otras especies autóctonas, que, aunque también arden, propagan con menos intensidad.

-Un tercio de los terrenos comunales tienen eucalipto. ¿Es mucho?

-Yo no solo contaría a las comunidades de montes, porque sus terrenos representan un tercio de la superficie total del monte. El resto son montes particulares, es decir, que de cada 100 hectáreas que ardan, 60 o 70 son de particulares y 30 de comunidades de montes. Aunque muchas de las comunidades de montes están concienciadas del uso social del monte, un particular, antes de tener abandonado un terreno, planta eucaliptos.

-¿Cómo se puede intervenir en estos casos?

-De entrada, prohibiendo las plantaciones en fincas agrícolas, que la Administración sí está permitiendo. No hay subvenciones, pero hay libertad como en el mercado. El monte particular es el que primero arde, antes de llegar al monte vecinal. Normalmente los fuegos comienzan en los montes particulares.

-¿Con las quemas?

-Las quemas están prohibidas en verano. No las puedes hacer de ninguna manera. Todos los fuegos son intencionados. Con una persona por concello es suficiente para liarla.

-Medio Rural se plantea la revisión del proyecto del nuevo plan forestal, casi listo. ¿En que se debe adaptar?

-Hay algo que la Administración nunca puso encima de la mesa y que es clave: tiene que ser algo consensuado. Debe haber un consejo del monte que permita la participación. Hay algo que es evidente, que es que si el gobierno no da orientaciones por consellerías a los propietarios de cuáles son las producciones complementarias y alternativas al eucalipto y el pino, no hacemos nada. Hay que buscar mercados. Hay ya experimentos con carne de monte, por ejemplo. Las castañas, las setas... también son producciones. Falta mucha información para que los propietarios se animen. Hay que poner alternativas, que las hay, encima de la mesa.