Mucho antes que Gómez Noya o Saleta Castro, un pontevedrés se lanzó a la piscina del triatlón cuando era un deporte semidesconocido para el público en general. La peculiaridad de esta historia que se remonta tres décadas atrás, es que Manuel Cruces ya alcanzaba por aquel entonces los 40 de edad y su cómoda vida de dermatólogo no le obligaba a entregarse al deporte como finalmente lo hizo.

Pues bien, desde ayer, Manuel Cruces puede decir que ya es inmortal. Porque su hijo Antón presentó en un Teatro Principal lleno a rebosar el documental que narra la historia de su padre, que a sus 72 años todavía no ha perdido el gusto por practicar el deporte que engloba más disciplinas ni, por supuesto, por seguir cosechando éxitos.

Bajo el título de "Oldman: El último triatleta" se presentó en sociedad una pieza audiovisual producida, grabada y editada por el pequeño de los Cruces, que apeló a que sus hijos, todavía en edad infantil, merecían conocer la historia del abuelo: un hombre que encontró una pasión tardía y no la soltó pese a un importante accidente que tuvo hace ahora 12 años.

La idea del proyecto surgió meses atrás y, pese a las dificultades de financiación, la ayuda del Concello de Pontevedra y el empeño de un Manuel al que el tesón le viene de familia, hicieron posible que se pusiese en marcha un documental que puede ser visualizado en la web www.oldmandocu.com.