"No podemos dejar que la lluvia y el frío enfríen la rabia". Con estas palabras comenzaba ayer Iván Pérez, presidente de la Mancomunidade de Montes en Man Común de Pontevedra la rueda de prensa en la que, acompañado de representantes de comunidades de montes del municipio, hizo una valoración de la gestión de los incendios del pasado fin de semana.

En líneas generales, los comuneros se mostraron muy críticos con la política forestal gallega y la de emergencias, que, en su opinión, no funcionó de manera correcta para hacer frente a unos fuegos, que, consideran, pusieron en peligro la vida de muchas personas.

"Queremos dar nuestro pésame a las familias de unas víctimas de la tragedia, que pudieron ser más si estuviésemos hablando de unas circunstancias como las de 2006. Estaríamos hablando de una tragedia de una magnitud incalculable", se lamentó Iván Pérez.

Destacó que dos tercios de la superficie de la comunidad autónoma es terreno forestal, por lo que los incendios eran "algo inesperado pero esperado".

Tras los fuegos, que en el caso de la comarca de Pontevedra han dejado quemadas cerca de 5.000 hectáreas, los comuneros de Pontevedra piden que se concedan las indemnizaciones pertinentes a todos los afectados y que se lleve a cabo una reforestación en la que se cuente con las comunidades de montes como principales gestores. "A día de hoy hay madera quemada en los montes de hace más de diez años", recuerdan.

"Queremos que cuenten con nosotros, que podemos ser una herramienta muy útil y que podemos ayudar a poner en valor nuestro monte", añaden.

En este sentido, insisten en la importancia de realizar una repoblación en la que no figuren especies pirófitas como el eucalipto, el pino o las acacias y, sobre todo, en retirarlas de las proximidades de las casas y carreteras. "Muchas comunidades de montes ya estamos cambiando el modelo de gestión", informan. Es el caso de la de Campañó, en la que solamente un 10 por ciento de su terreno tiene eucalipto.

Las ayudas para el acondicionamiento de los montes y parcelas son otra de las cuestiones que los comuneros destacan que se deben mejorar. Al respecto, recuerdan que numerosas comunidades de montes quedan excluidas de las ayudas de limpieza de la Xunta porque tienen prioridad los terrenos de zonas con menor densidad poblacional. "Las zonas periurbanas, las que deberían estar siempre limpias por su proximidad a las poblaciones, quedan excluidas de muchas ayudas", se lamentan.

"Son espacios de ocio demandados por la sociedad, por senderistas, asociaciones de ciclistas...", aseguran.

Lo mismo ocurre con determinadas zonas en las que figuran yacimientos arqueológicos, ya que se excluye de cualquier actuación un radio de 200 metros a su alrededor. "El hecho de que no se pueda acondionar ese radio implica que después cuando haya un incendio ese petroglifo, por ejemplo, puede quedar destruido, ya que la piedra con el calor estalla", indicó Iván Pérez.

Asimismo, las ayudas se conceden, critican los comuneros, con posterioridad al período de alto riesgo, por lo que llegan tarde para la prevención.

"Todos los ciudadanos somos responsables del bienestar de nuestro entorno", resumió el presidente de la mancomunidade pontevedresa.

"Nosotros incidimos en que hay que volcarse con el particular, sino el monte va a seguir ardiendo porque siempre va a haber gente que le plante fuego, pero antes hay que sacar esas bombas del monte", advirtió.

En cuanto a la posible existencia de grupos organizados, opinó que "la única trama incendiaria que hay son los actuales modelos de gestión".