La Plataforma de Bombeiros Públicos de Galicia considera que el actual modelo de emergencias es "vergonzoso". Así lo asegura su presidente, Miguel Ucles, que advierte de que "la ola de incendios ya se venía cociendo".

"Todo el verano hubo incendios en toda Galicia y el domingo era el día "cero". Se dio una situación excepcional climatológicamente y no hubo ninguna previsión de alerta", recuerda el bombero.

"Los servicios de emergencia estuvieron atomizados, no había coordinación ni comunicación entre nosotros. El 112 no atendía ni a ciudadanos ni profesionales y no se llevó a cabo ningún tipo de estructura de los planes de emergencias. Se activaron en la teoría, pero no en la práctica. Eso generó una situación extrema y un caos. En ese caos, como hemos podido ver, se generaron víctimas mortales. Hay mucho que aprender y que analizar para mejorar este modelo de emergencias que es vergonzoso", considera.

La principal crítica de los bomberos públicos fue el cierre por parte de la Xunta de la campaña de incendios, de carácter estacional. "Se está utilizando la estacionalidad y eso ya no funciona porque estamos a más de 30 grados en octubre. Está desfasado, descoordinado y con unos intereses económicos que generan la limitación de la potencia real que podemos tener para intervenir". En este sentido, recalca que una buena parte de este sistema recae en las empresas, "que generan beneficios económicos para ellas mismas del dinero de la Administración y no aportan absolutamente nada". Ucles recuerda que hace 15 años que el sector reclama el estatuto del bombero en Galicia "y una homogeneización del modelo a nivel estatal".

Injusticia con Portugal

Asimismo, lamenta que desde la Xunta de Galicia se culpase en parte a Portugal de los fuegos de Galicia. "Eso es injusto, porque es justo lo contrario. Ellos están pasando un verano brutal y siempre han sido solidarios. Los fuegos tanto van de un lado como vienen de otro. A mí no me vale que me digan que vino de Portugal. En teoría hay un protocolo para los fuegos transfronterizos que los portugueses llevan años pidiendo que se active y la Xunta hace oídos sordos. Me parece injusto tratar así a nuestros vecinos porque son muy solidarios".

"Nosotros estábamos a las seis de la mañana en el monte y cuando empezó a llover lloramos de alegría, porque sabíamos que íbamos a seguir trabajando hasta donde diéramos. Lo que hubiera pasado es lo que estaba pasando. No puedo imaginar las consecuencias porque estábamos desbordados, fatigados. Fue una situación excepcional", confiesa.