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Julián Barrio Barrio: "Una de las causas de la actual falta de vocación religiosa es la crisis familiar"

"No podemos esperar a que las personas vengan; tenemos que ir a su encuentro", considera

Monseñor Julián Barrio, en el claustro del Mosteiro de Poio. // Rafa Vázquez

La formación y la información son los grandes objetivos de la Iglesia en Galicia. Así lo asegura el arzobispo de Santiago de Compostela, Julián Barrio Barrio, que ayer estuvo en el Mosteiro de Poio para participar en la 43 Asamblea Confer de obispos y superiores mayores, que este año se ha celebrado bajo el lema "La riqueza de la vocación consagrada". Los jóvenes y la modernización de la institución también se encuentran en esta hoja de ruta, que anima a los laicos a participar activamente en la vida religiosa para poder hacer frente a la crisis vocacional sacerdotal.

-¿Cuáles son los retos de la Iglesia en Galicia?

-Los retos de la Iglesia en Galicia son muy similares a los de otros lugares. El gran reto que tenemos hoy día es el de la formación e información, sobre todo dirigida a las personas laicas. Es muy importante, lo fue siempre, pero hoy de manera especial, la participación de los laicos en el proceso de evangelización de la Iglesia asumiendo ellos su propio compromiso. Esto nosotros lo hemos visto de manera especial en Santiago de Compostela en el Sínodo Diocesano, que acabamos de celebrar, donde, por una parte, se vio esa inquietud de los laicos y, por otra, la necesidad de que ellos no solo tengan esa conciencia de hacerse presentes sino también de pertenecer a una iglesia particular concreta y asumir los compromisos que le son propios a la hora de vivir esa corresponsabilidad.

-¿Les preocupa la crisis de fe?

-La respuesta a esta pregunta es muy compleja. ¿Crisis de fe? Es posible que esto se esté manifestando en algunas personas. Pero yo no diría tanto crisis de religiosidad. Hoy por hoy las personas en Galicia manifiestan esa religiosidad. Acabamos de verlo en celebraciones como la del Lazareno de la Puebla del Deán, y no digamos en la del Cristo de la Victoria. Son ámbitos en los que se manifiesta esta religiosidad. Yo creo que muchas veces hay una fe encubierta. Por eso yo no me atrevo a decir que haya crisis de fe. Lo que pasa es que no se manifiesta como debiera de manifestarse. De ahí la preocupación de la formación e información que, efectivamente, creo que tenemos que tratar de cuidar lo mejor posible. Siempre, pero sobre todo en estos momentos.

-¿Les preocupa más la falta de vocación religiosa?

-La actual crisis vocacional es una realidad. Las causas pueden ser múltiples. Yo diría, al menos desde mi punto de vista, que una de las causas es la crisis familiar, en la que realmente nos estamos encontrando. Es verdad que el Señor hasta de las piedras puede hacer hijos de Abraham. Hay realidades que surgen en un contexto determinado. En este sentido, la vocación tanto al ministerio sacerdotal como a la vida consagrada necesitan un ámbito que les favorezca. El Señor sigue llamando como ayer y como lo hará mañana. A nosotros nos toca cuidar en el ámbito de la familia, de la parroquia, de la diócesis, todos aquellos elementos que favorezcan esta inquietud y esta preocupación vocacional.

-¿De qué manera se puede lograr?

-Una de las cuestiones fundamentales es acompañar a nuestros jóvenes. Esto significa no ir ni delante ni detrás, sino al mismo paso que ellos, para escucharles y, desde esa escucha, tratar de dar la respuesta que ellos nos pueden pedir. Ese acompañamiento conlleva muchas veces responder a sus preguntas, pero otras preguntar nosotros. Junto a esto, la formación y la oración. Siempre tenemos oportunidad de aprender a orar mejor. Es necesario dedicar un tiempo a la oración para tratar de ver lo que el Señor nos pide a cada uno de nosotros y ofrecérselo con generosidad. Así como no podemos, o no debemos, dar respuestas a preguntas que nadie nos hace, de alguna manera tenemos que tratar de responder a las que se nos están haciendo en el ámbito del compromiso crisitano y de la vida de la Iglesia.

-¿La Iglesia se está modernizando acorde con los tiempos?

-Jesucristo es ayer, hoy y siempre. La Iglesia debe estar atenta, como lo dijo el Concilio Vaticano II a los signos de los tiempos, a los interrogantes que hoy se nos pueden plantear. El camino que debe recorrer la Iglesia es el hombre de hoy y de mañana. Modernizarse o no... es tomar conciencia de que en ese acompañamiento tiene que dar respuesta a las preguntas que el hombre de nuestros días le hace. Es una lectura creyente de la realidad, pensar en aquello que puede ayudar a realizar la persona de forma integral. Esta es la preocupación, más allá de los gustos. Exponer las claves que el Señor en el Evangelio nos has dejado para acompañar a la personas en las diferentes circunstancias de su vida tratando de ayudarle en esa realización integral.

-En ese acercamiento choca la actitud más abierta del Papa Francisco con la de algunos obispos...

-Efectivamente, el Papa Francisco es un gran comunicador, un hombre cercano, consciente de que tiene que acompañar a las personas en estas circunstancias que nos tocan vivir, que no son mejores ni peores, sino las nuestras y a las que tenemos que darle una respuesta. Por eso él habla de una Iglesia en salida. Lo que nosotros no podemos hacer pastoralmente es esperar a que vengan, nosotros tenemos que acompañar a las personas, ir a su encuentro. A veces lo logramos mejor, otras peor.

-Es una sociedad en la que, además, caben otras religiones, como la del Islam, muy poco entendida aquí o mal interpretada...

-El espacio está ahí. Una religión como tal nunca debe ser beligerante. Cuando alguien no es beligerante, no es excluyente, percibe que hay unos espacios de diálogo. Con la mutua comprensión, nosotros podemos colaborar a la hora de realizar la condición de la persona humana.

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