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Juanjo Artero: "El teatro, como experiencia vital y disfrute, es lo que más me gusta en la interpretación"

El actor estará en Pontevedra junto a Lola Herrera con la obra "La velocidad del otoño", del ciclo Summum

Juanjo Artero es Cris en "La velocidad del otoño". // Daniel Dicenta

Se dio a conocer con el entrañable papel de Javi en la serie de televisión "Verano Azul", pero han pasado décadas desde entonces y el actor Juanjo Artero no ha dejado de trabajar. Ahora está plenamente entregado a Cris, el personaje que interpreta en la obra "La velocidad del otoño", en la que comparte protagonismo con la excepcional Lola Herrera, todo un lujo para los teatros. La pieza, que hará tanto reír como llorar al espectador, trata el tema del pasado del tiempo y la vejez, así como las complicadas relaciones familiares. En Pontevedra se podrá ver dentro del ciclo Summum del Pazo da Cultura el 29 de septiembre. Las entradas, a 20 euros más gastos, ya están a la venta en Ataquilla.com y en el teléfono 902504500.

-Lleva los últimos años trabajando mucho: televisión, teatro... Hoy día es difícil. ¿Se considera un afortunado?

-La verdad es que sí. Tal y como están las cosas, en mi profesión y fuera de ella, sí me lo considero.

-El público le conoce más por sus papeles en televisión, pero su trayectoria en el teatro es larga. ¿Dónde se siente más cómodo?

-Para mí el medio no es lo importante. Yo me siento cómodo en todos, tanto en cine como televisión o en el teatro. Lo que pasa, y siempre lo digo, es que la experiencia teatral, el disfrute, el enganche de una hora y media o dos con el público me gusta mucho. Supongo que el teatro, como experiencia vital y disfrute, es lo que más me gusta en la interpretación. Pero bueno, hacer una buena secuencia y sentarte en un cine o en casa a verlo después también está muy bien.

-¿Cómo es trabajar con Lola Herrera?

-Habíamos hecho hace unos años otra obra juntos de dos personajes. Trabajar con Lola es maravilloso; me hacía mucha ilusión. La obra fue un éxito y estuvimos tres años con ella. Se incubó una amistad tanto profesional como personal, yo la quiero como a alguien de la familia. Cuando surgió esta nueva oportunidad de compartir escena, todo fue mucho más fácil. Ya jugábamos con cierta ventaja, más siendo una relación en la obra de madre e hijo. Hay una relación con Lola que es difícil que yo pueda tener más que con mi madre. Esa relación es de total confianza y desde el primer día. Si no hubiéramos trabajado juntos antes hubiéramos tenido más dificultades, pero lo hubiéramos conseguido porque somos personas que nos entendemos muy bien.

-¿Qué es lo que más admira de ella?

-Todo. Lo que hay que hacer es aprender de la gente y observarla. Lo que me gusta de Lola es lo que transmite. Ella es un ejemplo de saber de la vida y de disfrutarla, y eso se ve en su forma de hablar, de ser e incluso en su físico. Es maravillosa. Trabajando es la misma seriedad, responsabilidad, buen humor. El escenario no deja de ser la experiencia de la vida. Lo que me gusta de Lola fuera del escenario es lo mismo que me gusta dentro: esa coherencia y poder llegar a donde llega.

-La obra trata dos temas muy sensibles en la sociedad: la vejez y las relaciones familiares. ¿El público va a salir llorando o riendo?

-Ambas cosas. Vamos a llorar, pero no un llanto desesperado. A veces se llora de alegría o porque ves en el escenario algo que has vivido. Es la realidad, porque todos tendemos a envejecer, pero también es una lección de esperanza, porque la vida es así: en la vejez hay belleza y también dolor. Tiene un reconocimiento de la realidad que nos va a trasladar a la risa, el llanto y la poesía.

-¿Cuál es la importancia de Cris, su personaje, en la obra?

-Cris llega para solucionar el problema informado por sus hermanos. Es un hijo pródigo porque lleva veinte años sin un conflicto grave porque se fue a trabajar al Gran Cañón, luego estuvo en Suiza... Cuando vuelve tiene que entrar por una ventana alertado por sus hermanos, que le dicen que su madre se ha vuelto loca y se ha encerrado diciendo que como no la dejen vivir su vida amenaza con que va a quemar el piso. Se ha encerrado con un cóctel molotov y un merecho. Todo está cerrado con cadenas. La función empieza ahí. Es una situación muy dramática pero muy cómica.

-¿Está Alejandra, la madre, loca de verdad?

-Es una persona afectada mentalmente por la situación, por el estrés, que a su edad le da lo mismo romper con todo. Hay muchos matices en ella. Siente que tiene que hacerlo.

-¿Qué fue lo más difícil de meterse en la piel de Cris?

-Saber cómo respira. Tiene algo detrás, que no puedo desvelar, que le ha pasado en la vida. Yo creo que Cris viene a curarse y a curar a la madre. Se necesitan. Son almas gemelas. Descubrir que Cris venía a encontrarse lo ves después de muchos ensayos.

-¿Era necesaria una obra como esta, en la que se trata el paso de los años?

-Por su puesto que sí, es absolutamente necesaria. Son las cosas de la vida que nos importan. Ver pasar el tiempo que avanza.

-¿Cuántas representaciones llevan ya? ¿Cómo valora la respuesta del público?

-Comenzamos en agosto del año pasado. La respuesta es muy buena. La gente llora, se emociona... y tiene el deseo de llamar a sus padres nada más terminar la obra.

-¿La gente joven asiste al teatro?

-Yo creo que uno de los problemas del teatro va a ser ese, que a medida que pasen los años se pierden espectadores.

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