Ninguna de las glorias que Manuel Ventura Figueroa experimentó durante su vida ha perdurado tanto como la que alumbró tras su muerte. El santiagués que fue presidente del Consejo de Castilla, patriarca de las Indias, arzobispo, hacedor de grandes acuerdos con la Iglesia y figura presente en cuantos acontecimientos se dieron en la política española del siglo XVIII dejó a su muerte una fundación que reparte becas de estudio entre sus parientes. Ayer, la rama pontevedresa celebró un encuentro anual en el Hotel Madrid.

En torno a 40 figueroístas, como se llama este grupo de descendientes, se dieron cita en el hotel. Pertenecen a uno de los árboles genealógicos más nutridos y antiguos de España, al que muchos han reclamado su pertenencia llamados por la Fundación que nació en 1.784.

Entonces, a su muerte, Manuel Ventura Figueroa, de origen humilde pero alto vuelo en vida, ordenó crear una fundación que repartiera su patrimonio entre los miembros menos agraciados económicamente de su familia. Desde entonces, la centenaria Fundación familiar ha seguido repartiendo entre los suyos becas de estudios.

Gracias a estas ayudas pudieron estudiar descendientes del que fue cura que lograron alcanzar, como él, gran renombre entre sus conciudadanos. Es el caso del brillante escritor Álvaro Cunqueiro, del político Eugenio Ríos o de Olga Brey, madre del actual presidente del gobierno, Mariano Rajoy Brey.

Los figueroístas pontevedreses compartieron ayer algo más que una reunión de las que se estilan por Navidad en las familias normales. La suya trae consigo siglos de legado, un nexo que les lleva a mantener su unión por el paso del tiempo y que ha dado a sus miembros la oportunidad de explotar su talento y transformarse en referencias en diferentes campos. Tal como lo fue el iniciador de todo, Manuel Ventura Figueroa.