Los nuevos caminos educativos a los que se refiere el presidente de FANPA, Rogelio Carballo, se abren paso muy lentamente en la ciudad, aunque han experimentado un auge en su demanda en los últimos años, según constatan los profesionales de estas metodologías.

La pontevedresa Sara Pena, guía Montessori diplomada por la Association Montessori Internationale (AMI), creó hace alrededor de un año el espacio de pedagogía infantil Rachachán, donde asesora a los padres. Especializada en niños de 0 a 6 años, Pena conoce, también, toda la filosofía Montessori, nacida de una educadora italiana que a principios del siglo XX investigó para crear un método de enseñanza revolucionario.

El método creado por María Montessori perfiló hace un siglo que el aprendizaje va unido a la experiencia y los sentidos, razón por la que los guías Montessori desarrollan materiales propios para que los niños los toquen, jueguen, huelan y experimenten con ellos. "Toda la información que está en los libros de texto la traducimos en cosas que están en las estanterías de nuestras aulas", comenta Sara. "En lugar de describir el tomate en el libro, les damos el tomate".

Esta metodología pretende adaptar el aprendizaje a los ritmos de cada niño, convirtiendo su edad en un factor secundario. El niño marca el compás de su aprendizaje y el guía le otorga nuevo material cuando le ve preparado. Detectan que "los alumnos a los que un sistema convencional no les funciona, van mucho mejor aquí. El método los iguala". Una de las máximas del espíritu Montessori es que "los niños no hacen lo que quieren, sino que quieren (aman) lo que hacen".

Reggio Emilia, Waldorf o pedagogía por proyectos son otras de las experiencias educativas alternativas que avanzan tímidamente. Tienen en común que defienden la experiencia real del niño para adquirir conocimientos y establecen diferentes ambientes de aprendizaje frente al aula tradicional.