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FARO avanza el Plan de Prevención del Suicidio en Galicia

El último tabú

Administraciones y profesionales piden el fin el silencio que ha rodeado a los suicidios, visibilizando sin sensacionalismos el problema

El último tabú

El suicidio es una falsa "solución" definitiva para un problema que puede ser solo temporal. La psiquiatra Blanca Sarró, un referente en Suicidiología, colgó este cartel bien visible en su consulta, en la que atendía en los años 80 a pacientes con un alto riesgo de matarse. La idea: transmitirles que el tiempo es nuestro aliado y que después de todo esto (lo que sea: el abandono, el paro, el suspenso en la oposición, esa pérdida que nunca creímos poder soportar...) seguramente también pasará; esto también pasará.

La vinculación del suicidio con el pecado en las religiones monoteístas o el sentimiento de culpa que provoca en los familiares supervivientes son algunos elementos que explican el silencio que rodea habitualmente a estas muertes, un tabú tan prevalente que ha conseguido camuflar durante años una de las primeras causas de mortalidad.

"En jóvenes entre 24 y 35 años es la principal causa de muerte, los fallecidos en suicidios duplican a los producidos en accidentes de tráfico", recuerda el psiquiatra Víctor Pedreira, uno de los profesionales de la salud mental que en los últimos años ha alzado la voz para recordar que "silenciar este problema no contribuye a resolverlo... La realidad nunca debe ocultarse, hay que verla con valentía y si queremos solucionar un problema lo primero es tener el coraje de verlo".

Hacer público el alcance real del problema visibilizando los datos sobre muertes autoinfringidas es parte de la estrategia, pero el elemento central es dejar claro que el suicidio se puede prevenir y que ante las ideaciones de quitarse la vida hay que pedir ayuda, ya sea a nuestros allegados o al médico.

El futuro Plan de Prevención del Suicidio de Galicia tiene en cuenta factores de riesgo. Algunos de ellos tienen mayor peso que otros "pero lo que está claro es que a mayor número de factores de riesgo más riesgo acumula una persona", indican los autores del documento.

Estos factores pueden ser, añaden, "internos o externos, individuales o sociales, modificables en la práctica clínica o no, proximales (coyuntural) o distales (a lo largo de la vida)".

En general los intentos de suicidio previos son el predictor más importante. También está la depresión mayor (que incrementa el riesgo de suicidio en unas 20 veces con respecto a la población en general) y el abuso de alcohol y otras sustancias.

Los factores de riesgo individuales, señalan los redactores del plan, continúan con otras enfermedades mentales como la esquizofrenia o el trastorno bipolar, desesperanza y rigidez cognitiva o incluso la edad, de modo que el documento apunta a una mayor incidencia entre los adolescentes y las personas de edad avanzada.

El sexo también es un factor de riesgo: los varones presentan mayores tasas de suicidio consumado y las mujeres mayor número de intentos.

Otros factores de riesgo se deben al contexto, como por ejemplo la historia familiar de suicidio, la falta de apoyo social, el nivel socioeconómico y la situación laboral o haber sufrido maltrato físico o abuso sexual.

Existen a mayores factores precipitantes, una serie de eventos o situaciones "que pueden provocar un estrés intenso en un determinado momento y precipitar un acto suicida", indica el documento.

Éste detalla los factores precipitantes más frecuentes según la etapa vital. Comunes a todas las edades son el diagnóstico reciente de una enfermedad grave, tanto de la persona como del entorno; síndromes dolorosos no controlados; pérdidas de seres queridos (incluidos los animales de compañía, en muchas ocasiones los únicos acompañantes de esa persona); experiencias traumáticas como malos tratos, acosos o humillaciones; aumento o consumo de tóxicos; estado de embriaguez; imputaciones o condenas judiciales; disputas y conflictos con el entorno; embarazo no deseado o aborto; cambios vitales bruscos no deseados o la primera semana de alta tras una hospitalización psiquiátrica.

Entre los adolescentes el Plan de Prevención del Suicidio de Galicia identifica a mayores otros factores: descubrimiento o no aceptación, propia o ajena, de la homosexualidad; fracaso escolar; acoso, humillaciones y malos tratos; abuso sexual; separación o pérdida de amigos o compañeros; cambios habituales de residencia o de entorno social; desengaño amoroso; muerte de un ser querido; problemas disciplinarios escolares; entorno suicida; embarazo prematuro y separación de los padres o graves conflictos conyugales en los que se instrumentaliza al hijo.

En el caso de los adultos los profesionales señalan como principales claves que contribuyen a la conducta suicida el fracaso profesional; el primer año tras la pérdida de un empleo o las dificultades económicas; la pérdida de estatus o de prestigio social; la ruptura conyugal, el desengaño amoroso; y la jubilación.

A llegar a la vejez el empeoramiento de las enfermedades, del dolor o el aumento de la dependencia son el primer factor precipitante que contempla el plan. Le siguen la institucionalización, los malos tratos, el cambio periódico de domicilio, el primer año de viudedad, la pérdida de interés por la vida y la pérdida de la fe.

A mayores el documento que presentará la administración gallega contempla señales de alerta, signos y síntomas cuya identificación puede ayudar a detectar un posible riesgo suicida. Los más frecuentes incluyen ideaciones de matarse o autolesionarse, obsesiones con la muerte, cambios bruscos en los patrones de personalidad y comportamiento, en la alimentación o el sueño, sentimientos de culpa y disminución del rendimiento académico o en el trabajo.

Factores protectores

"La existencia de estas señales no conlleva necesariamente riesgo suicida, pero son de utilidad como indicios en aquellos casos en los que su presentación es inusual o numerosa", recuerdan los autores del documento.

Éstos destacan que al igual que hay factores de riesgo los hay protectores, que pueden ser internos a la persona o relacionados con su entorno, como pueden ser calidad en el apoyo familiar, integración social o buenos servicios de salud, pero también la restricción del acceso métodos letales como pueden ser tóxicos o armas.

"Entre los factores internos se incluyen las habilidades sociales, la capacidad de resolución de problemas, el autocontrol de la impulsividad, la alta autoestima, las estrategias de afrontación adecuadas y la capacidad de adaptación frente a situaciones adversas", destacan. También ser consciente del valor de la propia vida y de la importancia de tener esperanza, que no es ninguna quimera sino nuestra alma protegiéndose: hoy es siempre todavía, escribió el poeta.

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