El carballo de Santa Margarita, al que la tradición popular atribuye más de 400 años de historia, es atacado por insectos taladradores de la madera. "Está como un queso gruyere, totalmente taladrado por estos insectos que se meten dentro del tronco para ir a por el almidón y lo que hacen es debilitar la madera; el árbol acaba rompiendo porque está totalmente horadado y biomecánicamente acaba por colapsar".

Las pocas intervenciones de poda que se hacen en los Árboles Senlleiras es para la eliminación de ramas secas que presenten peligro desplomarse sobre peatones, bienes inmuebles o vehículos pero "no todas las ramas secas de estos árboles se retiran, solo las peligrosas, algo que en este caso tampoco se hizo".

Advierten que actualmente cuenta con dos brazos expuestos a una caída y "cuando rompan ya no sobrevivirá".