Lograr que en 2018 el Mercado ofrezca ya su nueva imagen. Es el objetivo que se ha marcado el gobierno local para reorganizar por completo los puestos, unificándolos en la planta baja, crear el espacio gastronómico previsto en el piso superior y tratar de revitalizar esta actividad.

Fue en noviembre de 2016, cuando el gobierno local anunciaba sus últimos planes para actual en el viejo edificio de la calle Sierra. Desde entonces logró sacar adelante, tras varios intentos, un nuevo reglamento de funcionamiento de la Plaza de Abastos que la daba vía libre para esa reorganización. Pero los avances han sido escasos hasta ahora ante las reticencias de algunos vendedores a modificar sus costumbres.

Esa situación es la que quiere romper la concejala del centro histórico, Anabel Gulías, que ha reanudado las negociaciones que dejó pendientes su antecesor en esas competencias, Vicente Legísima, con el fin de sacar adelante todo el proceso este año.

Se trata sobre todo de trasladar a la planta baja una carnicería, tres puestos de ultramarinos y dos de fruta y verdura, únicos puestos que "sobreviven" en la planta alta. En ese espacio también se ubican dos bares-cafetería, que se quedarán en su lugar por las dificultades de traslado, así como una caseta de productos ecológicos que quiere formar parte del futuro espacio gastronómico.

El reglamento que abre la puesta a este proceso está en vigor desde abril. Esa normativa no solo permite el traslado de los vendedores, para concentrarlos en el bajo, sino que también admite una nueva modalidad para otorgar las casetas: un "alquiler" temporal hasta un máximo de cuatro años, que será la base para el espacio gastronómico y para adjudicar los numerosos puestos y bancadas que aún no tienen concesionario.

Este nuevo reglamento, que levantó las suspicacias de los vendedores ambulantes al no incluirse sus peticiones de prórroga de las concesiones y facilidades para el traspaso, impone, en todo caso, limitaciones para los nuevos comerciantes que quieran instalarse en el Mercado. De este modo, las iniciativas que conformen ese futuro espacio gastronómico, cuyo objetivo es atraer nuevos visitantes y clientes, no podrán competir con los actuales vendedores del recinto, hasta el punto de que si alguno de estos usos coincide con las actividades que se desarrollan en la planta baja, se podrá rescindir la autorización.

Productos gourmet, actividades culturales y de promoción e incluso punto de encuentro para degustaciones y de promoción turística son algunas de las propuestas sobre la mesa, pero siempre sin afectar a los vendedores tradicionales. A día de hoy ya hay alternativas consolidadas, como la Setima Feira, que se celebra muchos fines de semana, o la ludoteca Ganapán, en funcionamiento desde hace más de un año.

Para garantizar que no haya "interferencia" de productos nuevos con los tradicionales, el reglamento establece que "las nuevas autorizaciones o concesiones que se otorguen en el primer piso solo podrán ser para actividades distintas de las que se realizan en la planta baja, para garantizar la variedad de actividades ofertadas en este mercado". Y se añade que la realización de actividades coincidentes "determinará la extinción de las autorizaciones o concesiones por causa imputable" al infractor.

Además, se modifica el sistema para acceder a un puesto. Se mantiene, por supuesto, la concesión por 25 o más años, pero se introduce la modalidad de la autorización por un año (prorrogable hasta cuatro) y se regulan los traslados. "Para las ocupaciones menos intensas del dominio público, que tienen un carácter provisional o de poca duración, la figura idónea es la autorización", dice el documento.

Normas internas

Estos nuevos usos se basan en agrupar en la planta baja la práctica totalidad de vendedores actuales, para dejar libre el piso superior, salvo en el caso de las dos cafeterías ahora existentes. Para ello se regula el sistema de traslados, que se podrán llevar a cabo por resolución municipal pero motivados en "obras de conservación o mejora, necesidad de utilizar el espacio para otros fines públicos, o por una redistribución de espacios en beneficio del rendimiento comercial o el interés público". En todo caso, estos cambios de ubicación deben ser aceptados por el afectado, aunque caben excepciones al respecto.

También se establece que todos los vendedores empleen tarjetas identificadoras, con la obligación de "diferenciar entre los productos del día y los atrasados" con el fin de mantener uno de los atractivos del Mercado. Incide además en la "obligación de vestimenta y la necesidad de emplear ropa homologada para garantizar una correcta higiene", con el añadido de "agravar la cualificación de las faltas de decoro y respeto", en el marco de una mayor severidad en las sanciones contra los infractores".