Hablar para acercar posturas aunque parezcan irreconciliables. Sentarse y dialogar cuanto sea necesario. Es la única hoja de ruta a la que se aferra Portos de Galicia para lograr sacar adelante el proyecto de dragado para el Lérez, que hace ya una década tuvo en las peticiones de las cofradías sus primeros pasos. Hechos los múltiples informes, realizada la declaración de impacto ambiental y hasta estimado el presupuesto, la propuesta encalla y la entidad autonómica sigue llamando a la negociación.

El punto que hace imposible dar luz verde al traslado de los lodos, arena y sedimentos que arrastra el río es el rechazo al proyecto del gobierno autonómico que protagonizan navalleiros y bateeiros con el apoyo de las cofradías de Bueu y Portonovo. Este grupo recela de la solución de la Xunta: llevar los 330.000 metros cúbicos que habría que retirar del fondo al oeste de la Illa de Tambo y al entorno de Campelo. Temen que el movimiento altere el ecosistema y acabe con navajas y mejillones.

Enfrente están las cofradías de Raxó, Lourizán y San Telmo, que llevan años clamando por una solución. Y en medio, aunque a la vez posicionada junto a estos últimos, la autora de la propuesta que no encuentra consenso, Portos, confiando en que este se abra paso.

"Queremos agotar todas las posibilidades de acuerdo para sacarlo adelante. Es un tema de la propia conselleira y también mío. En ese sentido, tenemos todas las líneas de diálogo abiertas, que es lo que procede. Hay que tratar de hacer las obras desde el consenso y aproximar posiciones", declaró ayer al respecto el presidente de Portos de Galicia, José Juan Durán. La actuación es una vieja demanda de los mariscadores y también del Club Naval de Pontevedra, cuyo puerto deportivo en el río está muy limitado por la acumulación de fangos.

Durán no aclaró las bazas que empleará para intentar acercar a partidarios y opositores al proyecto, únicamente apeló a su convicción de que toda solución debe pasar por hablar. "Lo que puedo decir es que el empeño de la Consellería do Mar y de Portos de Galicia es alcanzar ese acuerdo", subrayó al ser preguntado sobre si existía en su opinión un riesgo real de que el proceso se dilate varios años más por las alegaciones de los sectores descontentos.

Lo cierto es que el proyecto tampoco entusiasma a la otra parte implicada. Pero mientras los mariscadores de fondo lo aprueban ante la urgencia de encontrar una salida a su dramática situación, los navalleiros y bateeiros, junto a Bueu y Portonovo, insisten en que se busque otro punto para los vertidos que elimine cualquier riesgo de provocar nuevos perjudicados. Recuerdan que en otros dragados, como el del Puerto de Marín, los depósitos de áridos fueron enviados más allá de las Ons sin que se detectase ningún impacto para los bancos marisqueros.

Medidas de seguridad

Mar ya insistió en la reunión entre las partes en junio, en que las obras se realizarían con tales mecanismos de seguridad que sería imposible no detectar las alteraciones que pudieran producirse y que, de llegar estas, detendrían los trabajos.

La instalación de turbidímetros, aparejos para medir la turbidez de las aguas, y el reparto de los lodos, poniendo los de menor calidad en las zonas libres de marisqueo, fueron algunas de las cartas que la Consellería puso sobre la mesa para defender su idea de dragado. Los más de 3 millones de euros que requeriría su ejecución, sin embargo, no parecen convencer a los mariscadores reticentes y la demanda de diálogo es ahora el as en la manga del ejecutivo autonómico.