Fin de fiesta en Combarro. Poio se despidió un año más de Cristóbal Colón. Y lo hizo por todo lo alto. El municipio se volcó durante todo el día con una fiesta que cumplió su octava edición y cada vez va adquiriendo más y más repercusión.

La parroquia poiense continuó los festejos iniciados en la tarde y noche del viernes y volvió a vivir un ambiente de época. La meteorología permitió que desde primera hora se acercasen a Combarro numerosos vecinos y turistas interesados en vivir la fiesta medieval.

Sin embargo, no fue hacia la noche cuando la zona, con la Praza da Chousa (rebautizada como de Portosanto) como centro neurálgico, se llenó de más interesados en vivir en primera persona la fiesta después de la tarde de playa.

La apertura del mercado medieval supuso el inicio de la última de las dos jornadas de esta edición del Día de Colón. Poco después, la Praza do Alcalde, o en este ocasión "Do Almirante", comenzó la fiesta para los más pequeños, antes de que las ruadas empezasen con sus actuaciones continuadas durante todo el día para dotar las calles empedradas de Combarro de ambiente con música adaptada para la ocasión y diferentes trucos.

La Playa de Padrón, ayer de Punta Galea, también acogió una exhibición de tiro con arco, antes de que O Cego dos Monifantes recorriese Combarro para mostrar a todos su particular obra teatral.

Estos mismos actos se repitieron sistemáticamente durante las horas centrales de la tarde después de comer, hasta que ya a última hora, las Escolas Deportivas Saraiba do Mar ofrecieron una exhibición de bailes que precedió a las danzas medievales que los vecinos de Poio crearon para la ocasión y pusieron en práctica en la jornada de ayer.

A las 21 horas, ya con el calor dando un respiro, la Praza de Portosanto se llenó hasta la bandera para acoger la justa medieval, el plato fuerte del evento, en el que los caballeros se batieron en una batalla emocionante que consiguió implicar al público asistente.

Ya con el sol cayendo, la Praza de San Roque o de San Salvador, fue el escenario de una obra teatral a cargo de Moura Teatro. Fue el preludio a la actuación del Bruxo Paracelso, que aprovechando la llegada de la noche, realizó un rito de conjuro y produjo queimada para que todos los que quisiesen probasen una de las bebidas más típicas y mágicas de la historia de Galicia.

Con el Bruxo Paracelso tiñendo de misticismo el ocaso del sábado se puso punto y final a la octava edición del Día de Colón, con el que Poio quiso reivindicar a modo de fiesta y promoción turística la teoría de que el origen del descubridor de América está en Portosanto.