Los forenses, según adelantó ayer el fiscal, sitúan la muerte de las dos pequeñas Amaya y Candela entre las 8.30 y las 10.30 o las 11 horas del 31 de julio de 2015. Una fecha que no podrá olvidar ya ningún vecino de Moraña. Días antes habían celebrado la tradicional fiesta del Carneiro ao Espeto y se había visto a David Oubel, a su pareja sentimental y a sus dos hijas (que pasaban el día del crimen de un último día de vacaciones con su padre antes de que tuvieran que volver bajo la custodia de su madre) disfrutar del evento festivo con alegría y total normalidad.

Mientras el horror se desataba en la casa de San Martiño da Laxe, en Moraña, a unos 20 kilómetros de distancia una prima de David Oubel recibía una carta certificada del padre de las niñas, una misiva con un "contenido oscuro" como manifestaba ayer el fiscal, y en la que, según la mujer que la recibió y que ayer declaró como testigo "la sobresaltó". En ella intuía la intención de Oubel de suicidarse. El sobre que traía la carta incluía en su interior las llaves del coche de Oubel que este decidía "legar" en herencia al hijo de esta mujer, de quien era padrino. "Ponía cosas que no eran normales, que estaba harto de esta vida". "La primera parte ya está hecha", decía en la carta de forma enigmática para ellos entonces.

De inmediato lo llamaron por teléfono y les indicó que estaba con las niñas en Oporto. Les pareció algo extraño y ella, su marido y su hijo decidieron acudir a toda velocidad hasta la casa de Moraña. "Que matara a sus dos hijas era algo que entonces no se me pasaba por la cabeza", dijo el marido de esta mujer.

Obstáculos para entrar

Una vez allí comprobaron que las llaves de la casa que ellos tenían no funcionaban dado que las cerraduras estaban saboteadas con algún tipo de pegamento. Además el coche de Oubel estaba atravesado detrás del portalón para entorpecer el acceso. Llamaron por el acusado pero no se escuchaba nada, "había una música altísima" que desconectaron bajando el limitador de la electricidad.

Los tres lograron entrar saltando el muro de cierre de la vivienda. El hijo de este matrimonio intentó primero romper uno de los cristales de la puerta de acceso con una piedra pero no fue capaz. Finalmente logró echar la puerta abajo y entró en la vivienda. Cuando subió al piso de arriba se encontró con un escenario dantesco. En una de las habitaciones, con restos de sangre por todas partes, halló el cadáver de la pequeña de 4 años sobre una cama. En otra de las habitaciones estaba tirado entre dos de las camas el cuerpo de la niña mayor de 9 años. No quisieron forzar la entrada en el baño en donde se encontraba Oubel, creían que también estaría muerto. Decidieron no tocar nada más y avisar a la Guardia Civil, cuyos agentes a su llegada derribaron la puerta del baño y se encontraron al presunto asesino, al que detuvieron.

Un día después, un hombre que era la actual pareja sentimental de David Oubel también recibió otra misiva a modo de "despedida" y en la que le daba "las gracias", así como una serie de recomendaciones para cuidar a sus perros. El acusado le indicaba que le gustaría que se hiciese cargo de los animales.