Pierre Roboredo tiene 43 años. Hace tres que le diagnosticaron un cáncer de laringe, que le ha afectado, especialmente, en el terreno laboral tras ser sometido a una laringectomía. Pese a todo, este brasileño afincado en Pontevedra, que habla perfectamente con la ayuda de una prótesis, insiste en sonreír y en mostrarse optimista, valorando lo que más importa: la vida.

-¿Cuándo le diagnosticaron el cáncer?

-Me hicieron una biopsia para limpiar las cuerdas vocales. Fue empeorando y me diagnosticaron cáncer en la laringe.

-¿Era fumador?

-No.

-¿Fue una sorpresa?

-Totalmente, porque en un principio iba a ser solo una limpieza de cuerdas vocales.

-¿Qué molestias tenía?

-Me costaba respirar y me cansaba. Me hicieron un electrocardiograma y como iba a peor, después de una consulta, me dijeron que me tenía que quedar ingresado.

-¿Estaba extendido el tumor?

-Entre el diagnóstico y el ingreso pasaron unos cinco meses. Me hicieron la quimio y la radioterapia antes de operarme, con la intención de salvar el órgano, pero no pudo ser. No fueron capaces.

-¿Había antecedentes de este tipo en su familia?

-No. Era algo que tenía que pasar. Me dijeron que el cambio de clima también pudo ayudar, porque yo soy de Río de Janeiro y allí hace calor todo el año.

-¿De qué modo le afectó el cáncer?

-En muchos aspectos. Yo soy compositor, tocaba la guitarra, y ahora no puedo cantar para realizar las composiciones. Tuve una depresión, porque tú te miras al espejo y te ves con un agujero en el cuello... Es muy duro saber que no puedes hacer determinadas cosas que te gustaban: componer música, nadar... Ahora tengo que andar siempre con el pañuelo.

-¿Necesitó ayuda psicológica?

-En la Asociación Española Contra el Cáncer en Pontevedra me atendieron en el programa "Volver a hablar", primero individualmente y después en grupo. También me dieron asistencia psicológica. Pero el mayor problema es antes, cuando te diagnostican el cáncer, que es cuando te entran todas las dudas, desde las más simples hasta las más complejas. Lo primero que te preguntas es: ¿cómo voy a hablar? Después quieres saber si se puede respirar por el cuello, cómo vas a estornudar, bostezar... Ahí sí que falla la información. El momento más duro es tras la operación, cuando te ves lleno de grapas, con la cara hinchada. Te asusta, te impacta, te ves como un Frankenstein.

-¿Cuánto tiempo tardó en volver a hablar?

-No mucho, gracias a la doctora Ánxela Alonso, del programa de la Aecc, que es muy habilidosa, didáctica. Yo le recomiendo a todas las personas que se ven en esta situación que vayan a la asociación.

-¿Cuál es su valoración de la sanidad pública en su caso?

-Fue espectacular. Los doctores son todos muy buenos.

-¿Cuáles han sido las consecuencias laborales de su enfermedad?

-Cuando me diagnosticaron estaba en paro. Esto ha sido un problema muy grande. La única vez que trabajé desde la operación fue en la temporada de verano en Sanxenxo, en hostelería, en la cocina. Antes yo encontraba trabajos de camarero, ahora no. También sé hacer trabajos de pintura, jardinería, mantenimiento eléctrico, fontanería... pero parece que la gente, al verme, tiene miedo. Y yo quiero trabajar.

-¿No tiene ninguna ayuda por discapacidad?

-Pedí una ayuda por discapacidad, pero solo me han dado el 20 por ciento y las empresas me piden el 33, el mínimo para no pagar la Seguridad Social. Esto es algo de por vida, la amputación de un órgano.

-Es decir, que el cáncer dio un giro a su vida.

-Sí, pero hay que ser positivo. La persona y la familia deben aceptar la situación, solo así será más llevadero. La enfermedad reforzó valores que ya tenía y me ayudó a encarar la vida de otra manera, como una segunda oportunidad.