El fiscal antidroga, Pablo Varela, dirige su interrogatorio sobre los testigos citados con relación al caso de la red de narcotraficantes de "O Mulo", a demostrar que los hechos responden a una trama organizada y que los 13 acusados que se sientan en el banquillo de la Audiencia Provincial integran una organización criminal. En las declaraciones de los testigos que ayer pasaron por la sala de la Audiencia (policías, guardias civiles, agentes de vigilancia aduanera, allegados y vecinos de los detenidos), el fiscal trató de poner de relieve la existencia de una organización -que no reconocen las defensas- y que Rafael Bugallo Piñeiro, conocido por el sobrenombre de O Mulo, sería el cabecilla. A los 13 encausados se les acusa de tratar de desembarcar unos 3.500 kilos de cocaína, por lo que el Ministerio público pide penas de entre 15 y 17 años de prisión y que suman en conjunto 214 años de cárcel.

No recuerdan

El fiscal Varela se esforzó también en hacer valer las declaraciones iniciales de algunos allegados y familiares de los acusados, que en la vista de ayer se desdijeron de las declaraciones realizadas en la instrucción del caso, afirmando ahora que no recuerdan nada de lo sucedido.

En la sesión de ayer, el ministerio público trató de poner de relieve además la clara participación en el desembarco frustrado de droga de uno de los acusados, Fernando B., que niega cualquier relación con la descarga. Uno de los testigos aseguró verlo manipulando un semirremolque de la lancha se iba a utilizar inicialmente para la descarga.

También el propietario de esta embarcación, que fue citado como testigo, centró buena parte del interrogatorio del Ministerio público. La lancha Pedro Xibano fue alquilada a un vecino, al que pagaron 30.000 euros como anticipo, con el objetivo de transportar gasolina hasta alta mar para abastecer a la planeadora que realizaría la descarga. Este propietario, que se reunió en varias ocasiones con miembros de la banda, decidió "a los dos o tres días" romper relaciones con ellos, por lo que éstos le exigieron el dinero cobrado y, al no recibirlo, le habrían propinado una paliza en un monte, según declaró.

Este testigo expuso que negoció con Vicente P. y José Luis M. el alquiler de su barco durante un período de seis meses y que "no sabía para qué", si bien al ver el desarrollo de las negociaciones "me lo imaginé" al ver que querían transportar gasolina en su barco, por lo que se quiso desvincular del asunto. Este hombre aseguró haber visto a Rafael Bugallo Piñeiro "O Mulo" en una de esas reuniones en las que trataron el alquiler del barco.

Este testigo solo asegura haber reconocido entre las tres personas que le propinaron una paliza al querer recuperar los 30.000 euros que le entregaron como señal, a José Luis M. En aquel encuentro "había alguien más que no recuerdo".

De hecho, a la mayoría de las preguntas del fiscal, este hombre respondió que "no me acuerdo" y en algunos momentos justificó su falta de memoria en que "quizás sea por la medicación que tomo todos los días", o por la "depresión" que sufre desde entonces. Tampoco recordaba que le llegasen a amenazar con "pegarle un tiro si no les facilitaba el barco", como anteriormente había declarado. Explicó que no podía devolver los 30.000 euros cobrados como anticipo, porque en buena parte los había gastado.

50 euros para un café

Otro de los testigos citados ayer, que trabajaba como vigilante de la nave en la que se guardaba la embarcación que se iba a utilizar para la descarga, declaró que en el momento en el que alguno de los implicados acudió a cargar los bidones en la nave, -con la previa autorización del propietario del hangar- le dio 50 euros "para que me fuera a tomar un café".

Este vigilante subrayó el fuerte olor a gasolina que desprendían los "dos o tres bidones bastante grandes" allí transportados y que él, como ex marinero, sabe que los barcos utilizan gasoil como combustible.

El juicio continuará, con nuevas declaraciones, el miércoles 21 de junio, desde las 10.15 horas.