Al egipcio Khaled Abdellatif y a los marroquíes Mohamed Choulli y Hicham Jebari el Ramadán les ha pillado en Pontevedra, donde pasan unos días con motivo del mercadillo que la Asociación Palestino Andalusí para la Infancia, Apainf, mantiene abierto hasta final de mes en la avenida de Montero Ríos y la Plaza de España. Los puestos forman parte de un programa para recaudar fondos para la curación de niños palestinos enfermos y para la construcción de un centro de referencia para niños ciegos en Líbano.

"Para nosotros el Ramadán es una época feliz porque es un mes para la limpieza espiritual y física y para conocer lo que sienten las personas pobres, necesitadas", confiesa Khaled Abdellatif. "Es el acercamiento al camino correcto, a Dios".

El egipcio recuerda que "cinco son los pilares del Islam y uno de ellos es el Ramadán, quien no lo sigue, falla a uno de los pilares principales". En este sentido, subraya que las consecuencias solo son "directamente con Dios".

Por su parte, Mohamed Choulli manifiesta que "cuando lo haces, te sientes mejor". "Cuando alguien que no es musulmán me pregunta por qué se hace el Ramadán, siempre pongo como ejemplo que cualquier empresa del mundo se coge un mes de vacaciones al año. Nuestro cuerpo lleva un año comiendo y bebiendo. Este mes todo cambia totalmente, es como una depuración, llenar el corazón de paz, humildad y fe", expresa.

El cambio de temperaturas de los últimos días, sensiblemente más bajas que a mitad de semana, cuando los responsables de los puestos se refugiaban del calor del sol a la sombra del instituto Valle-Inclán, hacen algo más llevadero el Ramadán. "Con el frío es mucho más suave", reconoce Khale Abdellatif.

El hecho de no comer durante todo el día, desde la madrugada hasta que cae el sol, no significa que al atardecer se practiquen los atracones culinarios. "Lo que se suele hacer es tomar primero un vaso de leche y dátiles, que tienen muchos minerales y ayudan a reponer los perdidos durante todo el día. Después se toma una sopa, que tiene carbohidratos, y después de una hora se come algo más consistente", explican los tres musulmanes.

Hicham Jebari afirma que hacer el ayuno no es algo excesivamente duro, salvo para aquellas personas que puedan tener adicciones, "que se ponen más nerviosos a lo largo del día, especialmente al final de este".

"Si tienes sed te aguantas porque tienes que aprender a controlarte. El Ramadán es como un examen en que se puede ver qué clase de persona eres y qué reacciones muestras ante cualquier situación de la vida", considera. "Es lo que nosotros llamamos la escuela del Ramadán".

Para ello, pone como ejemplo a las personas que se sacan el permiso de conducir: "Tú haces unas prácticas, un examen, para aprender a conducir. Con el Ramadán haces ayuno un mes y en los once restantes del año se pone en práctica todo lo que has aprendido. Cuando lo empiezas a olvidar, llega el siguiente".

El marroquí recuerda que el Ramadán se empieza a hacer en la pubertad. "Cuando se sigue por primera vez de forma completa, se hace una celebración. Se va aprendiendo poco a poco. Los niños comienzan incluso antes de la edad que les corresponde porque así lo desean. Entre ellos compiten para ver quién ha aguantado más horas", informa.

Hasta el próximo 24 de junio, los musulmanes seguirán despidiéndose con la frase Ramadan mubarak", que quiere decir "¡Feliz Ramadán!" en árabe.