El documento base del plan admite que "muchos de los contratos (de autobús) padecieron una pérdida continuada de usuarios y, consiguientemente, de rentabilidad económica, hasta llegar en ocasiones a situaciones de inviabilidad técnica".
Se añade que "dado el nivel de dispersión y envejecimiento de la población gallega, se propone una evolución del sistema general de transporte público integrando la prestación de servicios bajo demanda", una modalidad que el Concello ya planteó hace unos años. La idea es que sin dejar al margen el autobús, se incluyan otras modalidades, en especial el taxi, como sistema de transporte público habitual, en la modalidad bajo demanda y sobre todo en el rural.
Un usuario comunica por teléfono su petición de hora e itinerario a una central de reservas y en función del número total de viajeros se desplaza un autobús o un taxi, en especial en aquellos lugares donde no existen líneas regulares, un problema muy extendido en Galicia. Este es, en esencia, la opción de transporte bajo demanda.
La Xunta pretende copiar este modelo, similar al que defiende el Concello, en esta legislatura, pero no antes de 2019.
El modelo organizado en su día por el Concello consistiría en una centralización de la demanda a través de un sistema de atención telefónica, especialmente concebido para satisfacer a los llamados "públicos cautivos" del transporte urbano, que son los que no disponen de automóvil propio, según explicó en su día el alcalde a las agrupaciones de taxistas de la ciudad.
