-Me admira muchísimo esa gran experiencia que se hizo con el CERN en Suiza; encaminados a descubrir el bosón de Higgs montaron una máquina colosal con la colaboración de muchísimos países y es un ejemplo de lo que se puede hacer cuando se ponen todos de acuerdo en hacer las cosas bien. Aludo a ese ejemplo en la novela e imbricado con él tengo una especie de sátira en la que un físico que quería ingresar en el CERN y no lo conseguía era tabernario en el Muíño de Caldas, y ahí montaron un CERNIÑO, un CERN a escala 1:20.000. Decía, nos ganan en vacío y helio líquido, pero lo superamos en albariño, que también es líquido (risas). Y luego dibujo unas máquinas totalmente absurdas que eran las que se manejaban en el CERNIÑO, claro.