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Evaristo Pérez: "La agresión a Rajoy fue el momento más desagradable de mis años en la Policía"

"La Operación Nécora fue un fracaso; no valió la pena tanto trabajo para ese resultado"

Evaristo Pérez en la Comisaría de Policía de Pontevedra. // Rafa Vázquez

"¿A qué me dedicaré ahora?, a mis cuatro nietos, a viajar, a tomar el sol... vamos, lo que hace un jubilado", bromea Evaristo Pérez, a punto de vaciar su despacho en la Comisaría Provincial de Pontevedra. Este ourensano de origen se considera "si no PTV casi", porque "llevo aquí desde los 10 años, estudié en el Valle Inclán, hice aquí la oposición y al margen de unos años en Barcelona, en Ribeira y en Vilagarcía, estuve aquí toda mi vida; soy de Pontevedra y del Pontevedra", subraya.

- ¿Qué momentos le han marcado como agente de Policía?

- Una espina que me queda clavada es el caso de Sonia. Aunque todavía se sigue investigando, en los 32 años que llevo aquí es el asunto que más nos ha marcado a todos. También me acuerdo de otro caso, que no tuvo tanta repercusión social pero también fue muy importante, que fue el caso de Yasmina, una chica de Seixo que en la década de los ochenta apareció muerta de forma violenta en el Lago Castiñeiras. También lo investigamos en profundidad y no fuimos capaces de aclararlo. Tanto en un caso como en otro hay dos sospechosos muy cualificados, pero vivimos en un Estado de Derecho y si no se puede demostrar no se les puede culpar. Esos son los casos más sangrantes. También está el caso de la agresión a Mariano Rajoy en la Peregrina, que me cogió de lleno porque estaba allí, a su lado.

- ¿Qué consecuencias tuvo la agresión a Mariano Rajoy para los responsables de su seguridad?

- Ninguna. Fue un hecho muy desagradable, para mí el momento más desagradable de todos mis años en la Policía. Pero consecuencias ninguna, si te refieres a ceses, o expedientes. Eso es algo imprevisible, un fallo de seguridad sería que le metiesen el segundo puñetazo, pero el primero no se puede evitar, es algo imprevisible cuando un político se mete entre la gente a que le abracen, a hacerse fotos y demás. En Pontevedra no tuvo consecuencias, me imagino que entre los de la seguridad de Presidencia del Gobierno tampoco. ¿Que a alguien le diesen un pequeño tirón de orejas? Puede ser, pero que yo sepa no.

- También vivió de lleno la época de la Operación Nécora contra el narcotráfico, ¿cómo lo recuerda?

- De eso podría hablar para escribir un libro entero. Entre otras cosas, a Ricardo Portabales lo detuve yo. Estaba de jefe de grupo de Estupefacientes de Pontevedra, entre los años 1989 y 1992. Fue un martes de carnaval, delante de la Peugeot que estaba en Lérez. Fuimos allí porque teníamos constancia de una venta de drogas. A Portabales yo no lo conocía en ese momento, no lo había visto nunca. Una vez detenido, cuando ya estaba en la cárcel me llamó porque quería hacer una denuncia. Fui a verlo y allí me contó que quería denunciar a media humanidad. Recuerdo entre otros a Carlos Goyanes, a Eduardo Barreiro, a algunos colegas nuestros de comisarías por aquí cercanas, entre muchos otros.

- ¿Qué hizo con esa información?

- Yo al ver aquel panorama y sobre todo al ver que mencionaba a colegas míos, que ya era un tema más escabroso, le dije que escribiese una carta al juzgado de guardia. Le tocó al juez Luciano Varela. El juez me llamó y me preguntó qué opinaba. Le dije lo que pensaba: que el noventa por ciento de lo que decía era una invención, que eran tonterías, que no tenía ni pies ni cabeza. El juez Varela lo envió a la Audiencia Nacional porque Portabales hablaba de gente de toda España, y al cabo de un mes me cita Baltasar Garzón en la Audiencia Nacional. Me voy a Madrid y allí el juez Garzón me pregunta mi opinión. Le dije lo mismo y él me anunció que la Fiscalía se iba a querellar y que los iban a detener a todos. Al volver se lo comenté al juez Varela, que puso un gesto un poco escéptico, en el sentido de que la palabra de un chorizo fuese a tener tanto valor. Pero eso desencadenó la Operación Nécora.

- ¿Qué opina del desarrollo y de la conclusión de ese proceso?

- Ahora que me voy a jubilar lo puedo decir: Me pareció que no valió la pena tanto trabajo para tan poco resultado. Allí había 400 procesados de los cuáles se condenó a dos o tres. Fue demasiado espectacular para tan poco resultado. Eso sí, tuvo efecto impactante, aquello parecía la invasión de Vietnam. Pero desde el aspecto de los condenados fue un fracaso, en mi opinión. Después Ricardo Portabales pasó a ser testigo protegido, estuvo un tiempo cobrado un sueldo del Estado, con escolta, con piso, con coche, parecía un ministro. Hasta que alguien se dio cuenta de que eso no podía ser y se lo quitaron. Hace mucho tiempo que no tengo noticias de él pero tengo entendido que se fue para Sudamérica o algo así.

- ¿Cómo ha evolucionado el problema de la droga desde entonces?

- Lo de la droga no ha mejorado nada. No sé si ha empeorado, pero mejorado no. Es una cosa que pasa de padres a hijos y de hijos a nietos. Lo único que ha cambiado es que ya no entra tanta droga por aquí como antes. Ahora entra por Portugal, alguna por Andalucía, pero mi opinión es que en el tema de la droga no se ha mejora nada. Se mueve tanto dinero que a la gente le da igual, por la pasta se mete igual. En trapicheo y menudeo sí se ha mejorado muchísimo. Antes por la zona del Museo de Pontevedra el panorama era impresentable. Aquello era escandaloso. Eso sí ha mejorado.

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