Un nuevo atasco en la autopista amargó el inicio de las vacaciones de Semana Santa a múltiples conductores que durante la mañana de ayer intentaban circular por la AP-9 desde Pontevedra en dirección a Vigo. El esperado aumento del tráfico debido a los desplazamientos por el inicio de este periodo vacacional, que en algunos lugares se extiende hasta el martes, se unió a las obras que se están ejecutando en Rande para crear un cóctel perfecto que culminó con un monumental caos de tráfico.

Y es que los trabajos para crear los accesos al nuevo puente de Rande ampliado obligaron a que, a un kilómetro del emblemático viaducto que cruza la ría de Vigo, esté cortado uno de los carriles en dirección hacia la ciudad olívica y el sur de la provincia. De tal forma que tan solo estaba habilitado un único carril para absorber todo el tráfico de la AP-9, ayer multiplicado debido al comienzo de las vacaciones.

Esto provocó un embudo que acabó por formar colas de más de cinco kilómetros, que llegaban desde el puente hasta apenas un kilómetro del peaje de la AP-9 en Vilaboa. Así, los conductores vieron como, tras abonar las correspondientes tasas del peaje, realizaban en tres cuartos de hora un trayecto que en condiciones normales apenas dura diez minutos.

En medio del atasco, los conductores manifestaban su indignación a FARO al lamentar, sobre todo, la falta de información acerca de estas obras y de la posibilidad de atascos dado que muchos observaron que habrían podido abandonar la autopista en Vilaboa y evitar así el embotellamiento. Señalan que ni en los carteles luminosos de la autopista ni en los distintos accesos se informaba del atasco y lamentaban que ni tan siquiera unos cientos de metros antes, en la cabina del peaje, se les comunicase la situación con la que se iban a encontrar un poco más adelante.

Fueron muchos los que también lamentaron que, a pesar de los 45 minutos perdidos en el atasco, Audasa continuase cobrando el peaje del trayecto entre Pontevedra y Vigo. La falta de previsión y señalización alternativa ante la posibilidad de que se formasen atascos por estas obras fue otra de las quejas recurrentes.

En la zona del embudo, agentes de Tráfico intentaban como podían aliviar la situación, aunque poco podían hacer ante las leyes de la física. Y es que por un único carril habilitado debido a las obras era imposible canalizar de otra manera el gran volumen de tráfico que ayer por la mañana y al mediodía había en la AP-9. Los afectados señalaron que al menos hasta las dos de la tarde la situación siguió siendo complicado en este tramo de la autopista.

Dentro de los coches, se daban distintas situaciones que hacían aflorar la indignación de los usuarios de la AP-9: Desde personas que temían perder su vuelo en Peinador con el que iban a iniciar unas anheladas vacaciones a usuarios que llegaban tarde a su puesto de trabajo en un hospital vigués o incluso alguna ambulancia se las vio y se las deseó para hacerse paso entre la maraña de coches que poblaba la calzada en dirección Sur de la AP-9.

Punto conflictivo

La DGT ya señala en sus previsiones para esta Operación Semana Santa un elevado volumen de tráfico para la jornada de hoy en la AP-9 con un tránsito de vehículos de entre 12.000 y 18.000 turismos al día, concentrándose especialmente la mayor parte entre las 8 y las 14 horas, que señalaba como las peores para viajar por esta carretera.

Y es que para los conductores de norte de la provincia y de Galicia, la AP-9 se convierte en la única vía de alta capacidad para dirigirse hacia el sur de la comunidad autónoma, para tomar la A-52 hacia el resto de España o para dirigirse hacia Portugal.

De hecho, los problemas ayer se registraron únicamente en la calzada que se dirige hacia Vigo, mientras que no había problemas para circular desde la ciudad olívica hacia Pontevedra.

Además de las obras de Rande, en Pontevedra están en marcha otras obras como la ampliación del peaje de Alba que también están provocando restricciones en uno de los carriles en dirección sur. El objetivo de estas obras es aliviar los problemas de atascos que se viven cada verano especialmente en las jornadas de playa. Una ampliación que también se llevó a cabo en Curro.