Aunque oficialmente no está reconocida como adicción, Fouces considera que el abuso de las nuevas tecnologías pronto estará considerada como tal. Y es que lo que puede ser una herramienta extraordinaria de información y comunicación, incluso didáctica, puede convertirse en un problema cuando "la tecnología se convierte en un fin y no en un medio" y se genera una inclinación desmedida hacia su uso en todo momento.

Fouces explica que lo que define una conducta adictiva no es tanto la frecuencia con la que se realiza (que por otra parte suele ser también alta) como "la pérdida de control por parte del sujeto" sobre la acción, llegando a interferir en la vida cotidiana. Algunos de las "señales de alarma" que pueden hacernos ver que estamos ante una adicción son, por ejemplo, privarse de sueño para poder estar conectado a la red, descuidar otras actividades importantes como la familia, las relaciones sociales, el estudio, el cuidado de la salud...), recibir quejas en relación con el uso que realizamos de la red por parte de alguien próximo como padres o hermanos, pensar constantemente en la red, también cuando no se está conectado, intentar limitar el tiempo de conexión y no conseguirlo, mentir sobre el tiempo que se está conectado a la red o jugando, aislarse socialmente, estar irritable o bajar el rendimiento en los estudios, mostrar irritabilidad cuando hay problemas con la conexión o va lenta o sentir euforia o una activación anómala cuando se está delante del ordenador.

El estudio realizado por la unidad de prevención de conductas adictivas del Concello, de la que es responsable Patricia González, tendrá continuidad a partir del mes de septiembre con nuevos análisis de los resultados desglosados por sexos, edad y nivel de formación.