Francisco Maraver (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1956) es uno de los expertos en termalismo que participó en el XII Encuentro Villas Termales y Asamblea Sección de Entidades Locales con Aguas Minerales y Termales que ayer se cerró en Cuntis. Maraver analiza la situación del sector y defiende las propiedades medicinales de este tipo de aguas y la falta de financiación en España a esta rama sanitaria.
-Exactamente, ¿qué es la hidrología médica?
-La hidrología es una especialidad médica que se ocupa de la acción del agua sobre el organismo humano, sea este sano o enfermo, desde varias facetas. Hay que dejar claro que las funciones y propiedades de las aguas varían según su tipo.
-¿La sociedad española tiene verdaderamente interiorizado que el agua tenga propiedades curativas?
-Quizá en Galicia sí exista algo más esa cultura, pero no en el resto de la población. La población en general no tiene una gran cultura termal y en eso también influye que existen pocos profesionales sanitarios expertos en la materia. Es una cuestión coyuntural, porque por ejemplo en Francia, todas las prestaciones termales.
-Pero quizá es porque tampoco existen profesionales en la materia. ¿Hay verdadera formación sobre hidrología?
-En pocas universidades españolas hay médicos especialistas en hidrología que se dediquen a la formación en medicina termal. Solo en instituciones privilegiadas, como la Complutense. Galicia también es un caso paradigmático. Hay docencia en hidrología con expertos en las tres universidades, hay un campus del agua en Ourense, una cátedra del agua en Santiago, que aunque la financie Turismo ahí está.
-¿Qué características le confieren a un agua propiedades medicinales?
-La característica fundamental de las aguas mineromedicinales es que son saludables. Eso está demostrado a través de procedimientos estudiados. Tienen unos requisitos imprescindibles: son subterráneas, constantes de composición y mayoritariamente poseen termalidad o algún elemento que le concede especificidad. Esto le da unas propiedades características que las hacen buenas para el organismo. Aunque hay que tener en cuenta la importancia de las técnicas con las que se aplican.
-¿Son útiles para cualquier persona y dolencia?
-Evidentemente no. No son el Bálsamo de Fierabras. Tienen unas indicaciones muy concretas. De hecho, en los países en los que la medicina termal depende del sistema de salud es obligatorio que se investigue en medicina termal para que se demuestren las propiedades. En Francia, la administración sanitaria estimuló tanto a los establecimientos como a las villas termales para que crear un fondo sistemático para investigar en medicina termal. Hay patologías que hace 30 años se trataban en los balnearios y hoy día ya no. En cambio se está ganando terreno en otro tipo de patologías que juegan un importante papel en el envejecimiento activo, enfermedades vasculares o planteamientos en obesidad. Pero para eso hay que tener dinamismo y en nuestro país no hay cultura de financiar el termalismo ni su investigación.
-¿Están indicadas solo para la tercera edad, entonces?
-No he dicho eso. Nuestro sistema de salud tiene el inconveniente de que solo hay beneficiarios mayores de 65 años. En otros países hay termalistas pediátricos o patologías como lumbalgia o los problemas respiratorios, que no son de la tercera edad, tienen prescripciones termales.
-¿Debe seguir asociado el termalismo al turismo?
-En España se asocia. Y no es del todo así, aunque no tiene porqué ser incompatible. Pero estamos fracasando en diferenciar claramente lo que son vacaciones en balneario que medicina termal. Al no prescribirla los médicos, no está tan claro. Por ejemplo, Pontevedra tiene unos recursos excepcionales. Es una provincia que tiene varios centros termales importantes y modélicos. Sirven para turismo de salud, pero no debe ser incompatible con la medicina termal.
