"En mi familia no hay ningún marino, ni mercante ni de guerra", explica Juan Luis Pedrosa a propósito de la profesión que eligió con 17 años: "Un compañero mío que también estudió para capitán de la marina mercante fue un poco el que me animó, pero yo realmente lo que quería estudiar en aquel momento era Arquitectura, pero son cosas que con 17 años se hacen".
- ¿Se ha arrepentido?
-No, ni mucho menos, creo que la carrera de un marino es muy bonita, interesante, se conoce mucho mundo, quizás tiene el problema familiar pero yo también navegué 7 u 8 años y a partir de ahí me casé y navegué un año más después de la boda y después me busqué la vida en tierra.
- ¿Cómo arrancó su carrera política?
-Por una llamada de Mariano Rajoy (risas), en mi época fue él el que me animó y empecé mi carrera política alrededor del año 1990 como delegado territorial de Pesca en Vigo. Y a partir de ahí fui ocupando distintos cargos.
- ¿Qué balance hace de su etapa al frente de la Alcaldía capitalina?
-Tendría que juzgarlo otro, pero yo creo que en mis cuatro años de alcalde se han hecho muchas cosas, muchísimas, recordando por encima señalaría al Plan Urban, que hizo que nuestra zona monumental cogiese un buen rumbo; modificaciones puntuales del Plan General donde se hizo toda la unidad de actuación en la que hoy en día está la avenida Juan Carlos I con toda la nueva parte de la ciudad desarrollándose; el traslado de los juzgados de la ciudad creo que fue una gran medida, solo hay pensar que ahora todos esos juzgados y los nuevos que se están haciendo podrían estar en Campolongo donde hay un parking. También se me ocurre la Illa das Esculturas y las márgenes del Lérez, recuperar toda esa parte fue un proyecto muy bonito y que ahí está; también la cubierta de la vía. Cuando llegué lo que es el recinto ferial no existía y el auditorio llevaba años parada, desbloquear todo eso ya hacer toda esa zona también fue importante, al igual que desarrollar el campus universitario, hoy lleno de distintas facultades. También se hicieron dos aparcamientos, en Barcelos y tras la Audiencia, y en el rural se invirtió mucho dinero de programas europeos para el alcantarillado, y creo que después de que dejé la alcaldía no se hizo ni un metro más de alcantarillado en todas nuestras parroquias.
- ¿Es el proyecto del que se siente más orgulloso?
-No solo, es importante pero quedó a medias, hay otros proyectos: recuperar las márgenes del Lérez, toda esa parte, abrir zonas verdes nuevas es muy importante, también abrir ciudad trasladando los juzgados, creo que fue una etapa fructífera en la que, desde luego, no paré de trabajar (risas).
- Y al contrario ¿qué retos quedaron por cumplir?
-Muchos porque yo el diseño de ciudad lo tenía muy claro, hoy en día lo que veo desde fuera es que se ha avanzado muy poco, se han peatonalizado más calles, de acuerdo, pero el que empezó la peatonalización fui yo y si no se hubiesen hecho dos parkings estaría parada, no sé si peatonalizando demasiado, que es bueno, pero creo que el tráfico se está obstaculizando demasiado, habría que tomar otras medidas como aparcamientos disuasorios en las entradas de la ciudad y un servicio público de transporte, que lo monté y llegó el alcalde Lores y lo desmontó, Pontevedra sigue sin tener un servicio público de autobuses. Quedaron muchas cosas por hacer.
- ¿Le hubiese gustado ahondar más en la peatonalización?
-Hubo que dar unos pasos previos, yo no podía llegar y peatonalizar, que sería mi ilusión, lo que quería, pero hubo que hacer dos parking primero o nos habríamos comido los coches, hacer dos aparcamientos en 4 años nunca lo ha hecho ningún otro alcalde en la historia de Pontevedra, los señores del Bloque hicieron el que hay ante el Concello y en la época de Pepe Rivas se hizo el de la Alameda, sumados los dos son menos de la mitad de las plazas de los dos que yo hice. Yo estaba preparando la ciudad para después acometer la peatonalización completa.
- ¿Es la política local la más difícil?
-Si, mi padre que había sido alcalde de Lugo siempre decía que ser alcalde era el puesto más bonito, no hay nada mejor, pero quizás de los más difíciles en política, esa relación diaria con la gente. Cuando empecé de alcalde el chófer me preguntó si me recogía y le dije que no, que yo iba andando, si estaba a diez minutos del Concello, bueno, pues a los quince días de ser alcalde esos 10 minutos de ir de mi casa al Ayuntamiento me llevaban más de media hora, porque te paran siete personas, uno protesta porque los perros ensucian, otro porque las baldosas de la acera están sueltas, porque las farolas no alumbran?
- ¿Qué repetiría y que no?
-Lo que hice creo que lo haría exactamente igual. Yo nunca perdí las elecciones, dejé de ser alcalde pero quizás debí encabezar aquella manifestación y hubo dos cosas que los pontevedreses no entendieron: el traslado de la Audiencia a Vigo, el partirla y llevar a Vigo una parte, y la otra la dichosa empacadora, que al final llevamos 20 años y seguimos llevando la basura a Sogama y a una empacadora. Son de esas cosas y que a lo mejor tendría que haber encabezado la famosa manifestación del 5-J y no lo hice.
- ¿La peor época fue el conflicto por la gestión de las basuras?
-Quizás fue la peor época, tuve que clausurar el basurero de O Rapadiño porque ya no tenía más capacidad, debía haberse clausurado diez años antes de llegar yo a la Alcaldía, pero no se hizo; entramos en Sogama, estaba todo de acuerdo, ya había pactado las condiciones y todo y empezamos a llevar la basura a Sogama, pero alguien cogió una moto, fue siguiendo el camión, vio que iba a Cerceda y al día siguiente salió en los periódicos y el alcalde de Cerceda me dijo que dejase de llevar allí la basura hasta que no estuviese el tema firmado, así que estuve 15 o 20 días buscando donde deshacerse de entre 100 y 120 toneladas de basura, cada día era una angustia, me iba a la cama y no sabía qué iba a hacer al día siguiente con 120 toneladas de basura, un día a Ourense, a Santiago, a Lalín, a Porriño, pidiendo a todos los alcaldes que por favor me dejasen, y tengo que decir que colaboraron muchísimo pero era difícil: llevar 120 toneladas a un basurero de Lalín es llenárselo, era impensable, pasé una época muy muy desagradable.
- Su etapa política ha coincidido con varios de los mayores escándalos de corrupción?
-Es terrible, me cabrea mucho, si uno viene a hacer un servicio público y a hacer una labor decente lo que no se puede es meter la mano en ningún sitio, al revés, hay que ser muy pulcro con el dinero de todos los contribuyentes. Siempre lo he tenido claro y jamás me pudieron decir nada de nada, la corrupción no la entiendo pero el ser humano es lo que es y está visto que la hay en todos lados y en todos los partidos, pero pienso que gracias a Dios son muchos más los políticos que no son corruptos, solo faltaría, pero si que los hay.
- ¿Qué le parece la situación actual de la ciudad?
-Todo lo que sea peatonalizar y ganar ese espacio para la gente es agradable, bonito, yo tenía como ejemplo para llevar adelante en Pontevedra el de la ciudad de Oviedo, todo lo que sea nuevas zonas verdes, es bueno, desarrollar la ciudad, también es bueno. Y luego hay cosas que no se han hecho, el Plan General, que había que tenerlo aprobado, el Bloque lleva 20 años y no ha salido del primer día, ha gastado un dineral haciendo unos proyectos que quedaron ahí parados, seguimos tirando del Plan General que ya entonces me decían que había que cambiarlo porque era antiguo y malísimo, queda mucho que hacer en Pontevedra todavía.
- ¿Cómo es el trabajo del director general de Salvamento Marítimo?
-Nos dedicamos a salvar personas, es nuestra principal misión. Es un puesto muy interesante, muy estresante, con mucho trabajo pero sobre todo muy importante porque salvamos vidas. El pasado año llevamos a cabo casi 6.000 actuaciones con más de 17.000 personas involucradas, hemos rescatado a 6.700 inmigrantes en 464 pateras, hemos remolcado muchísimos barcos (el 60% de nuestras actuaciones, sobre todo en verano, son embarcaciones deportivas, sobre todo en ese triángulo de Barcelona, Palma y Valencia, hay miles de embarcaciones y con muchos problemas, hay que remolcarlos, se quedan sin gasolina?). Sin ir más lejos: hace escasos días de un pesquero sacamos a ocho personas en poco más de 20 minutos con el helicóptero, el barco se había incendiado y se hundió, maniobras de esas tenemos muchísimas, también hace poco con el helicóptero desde Coruña se rescató a 16 marineros.
- ¿En qué condiciones suelen suceder estos accidentes?
-Casi siempre son de noche, con olas de 8 metros, mucho viento, es una labor estresante, bonito y creo que podemos presumir en Salvamento Marítimo de la dotación que tenemos.
- ¿Cuántas personas están a su cargo y de qué medios disponen?
-Más de 1.600 personas, que es lo que compone todo lo que es Salvamento Marítimo. Contamos con 75 barcos, 13 helicópteros, 3 aviones, y todos esos medios repartidos a lo largo de los 8.000 kilómetros de costa que tenemos. Tengo un mapa colgado a la entrada de mi despacho (sonríe) con todos los medios que tenemos y me asusto cada vez que lo veo.
- ¿Lo peor es ver el drama de la inmigración?
-Es horroroso, horroroso, además es que no se le ve una solución, existen verdaderas mafias que les venden el cayuco, la patera, lo que sea, unas veces sin motor, otras a remos, incluso en el Estrecho el verano pasado les vendían una especie de flotadores donde se metían 5 personas, a lo mejor una madre con un bebé en brazos, y se echan al mar. Las mafias le venden ese equipo y un teléfono móvil con el número de Salvamento Marítimo grabado para que los vayamos a buscar. Es cierto que Marruecos colabora bastante, no voy a decir que no, sobre todo en la zona del Estrecho, ellos si están en su zona recogen casi la mitad de las pateras, pero lo malo es que no se le ve solución, hay que estar muy desesperado para echarse al mar con un bebé, y estamos viendo todos los días la desgracia que es que muchos se mueren en el mar.
- Tiene 62 años ¿piensa en la jubilación?
-Con 63 y medio me puedo jubilar por el tiempo que navegué, en julio de 2018 podría jubilarme, si me encuentro bien aquí mi intención es seguir esos cuatro años si continúa Rajoy en la Moncloa.
