Año tras año se incrementa el número de chicos y chicas jóvenes que llegan a prisión por pequeños hurtos, peleas o tráfico de drogas a pequeña escala, incluso porque han sido condenados por un delito menor como conducir ebrios o sin carné y que van a prisión por volver a delinquir. Estos reclusos no han terminado la ESO ni han trabajado nunca, la mayoría son menores de 25 años y, de ellos, muchos están por debajo de la veintena.

Este nuevo perfil de condenados motivó a la Fundación Érguete, a través del consagrado programa Itínere -que este año cumple una década- a constituir el Proyecto Novos, que desde 2014 trabaja con estos reclusos para darles formación y también tratar de educarlos en valores. Para ello, además de los itinerarios habituales de formación, el programa estrella es la terapia canina, que se ofrece en estrecha colaboración con el Refugio de Animales de Cambados.

"Si no somos capaces de arreglar a un chaval de veinte años no vamos a arreglar a uno de cincuenta porque el de cincuenta lleva tantos años en la mala vida, está tan desgastado por tanta droga, por tanta cárcel y tanta delincuencia que ya está agotado de vivir. Hay que ir a fuego a por la gente joven, necesitamos que tengan una segunda oportunidad porque muchos no han tenido ni la primera", explica María Rodríguez Lago, responsable del programa Itínere, que precisa que cada año trabajan con diez jóvenes internos de A Lama. "No podemos trabajar con más, son chicos con un perfil muy potente, muy impulsivos, con mucha ansiedad o agresividad", explica para acto seguido añadir que con la terapia canina "les introducimos la educación en valores y el respeto".

Hay varios perfiles entre esta generación menor de veinticinco años que han entrado en prisión. Muchos son "víctimas de sus padres, que no han tenido una gestión responsable de su paternidad" y otros son hijos de tóxicos o procedentes de hogares de acogida donde no se han adaptado. Además presentan un consumo de droga importante, sobre todo alcohol, cocaína, hachís y marihuana y han entrado en prisión con condenas cortas, remarca Rodríguez, que subraya que en la cárcel "se sufre mucho".

"No están nocivos en el delito, son completamente salvables", remarca. Para ellos se puso en marcha el programa de entrenamiento prosocial a través de la terapia canina.

Los perros con los que trabajan son del refugio, encontrados en la calle, abandonados o torturados. Algunos de los cánidos participantes están entrenados en terapia pero también se trabaja con animales recién recogidos de la calle. "Nuestros chicos tienen que trabajar con ese animal callejero y tienen que enseñarle sin gritarle, sin ser violentos, ganándose su confianza. Tienen que ganarse su respeto con educación, respetando al animal y a través de eso trabajamos", subraya María, que destaca el importantísimo labor que realiza el Refugio de Animales con su coordinadora, Olga, al frente. En algunas de las sesiones, que tienen lugar en A Lama, también llevan a perros de presa "potentes" para utilizarlos como símil. "Les decimos que son como ellos en la calle, que la gente los considera peligrosos, malos y violentos, como a ellos. Para esos animales la primera opción es el sacrificio mientras que para ellos fue el encierro así que los ponemos a trabajar juntos", remarca.

Formación profesional

El control de la ansiedad y del respeto es una de las patas del Proyecto Novos, que también ofrece a los jóvenes formación profesional como ayudantes de almacén y, posteriormente, como carretilleros.

De los participantes en el programa de 2015, dos han salido de prisión y se encuentran en búsqueda activa de empleo mientras que de los participantes del año pasado uno está en libertad buscando trabajo y otros cuatro están realizando formación con certificado de profesionalidad dentro de prisión.