En junio de 2012 Trompeto se cayó desde un nido situado en un edificio de la plaza de Curros Enríquez a una terraza. Tuvo la gran fortuna de que Olga Gregorio Acha, una amante de los animales, trabajaba en un local cercano: "Soy camarera y en ese momento no podía ayudarlo", explica, "unos clientes vieron el polluelo, lo metieron dentro de una bolsa de papel para protegerlo y llamé a mi pareja, que se lo llevó para casa".

Era, añade, "muy pequeñito, no comía ni nada, tendría una semana o diez días, ni siquiera tenía plumas". En adelante, lo alimentó con papillas, maíz y otros granos para intentar recuperarlo. "Estaba muy débil, con falta de calcio, había que darle de comer en el pico como si fuese su madre pero al final no pudimos soltarlo porque además de que no estaba bien de salud se imprintigtó".

Esta impronta filial es un mecanismo de reconocimiento de las especies que supone que Trompeto identifica a sus propietarios humanos como sus padres. "A partir de ese momento sencillamente me vio como a su mamá, había tenido demasiado contacto con los seres humanos y ya no sobreviviría en la, vamos a llamarle así, naturaleza; si lo suelto ahora no viviría".

No solo muestra afecto por sus propietarios humanos sino por los gatos que viven en la casa e incluso por perros de familiares de Olga Gregorio.

Le gustan especialmente los niños y es todo un melómano ya que "se acostumbró desde muy pequeño a la música porque se la dejaba puesta cuando me iba a trabajar para que no se sintiese solo".

Durante los dos años siguientes Trompeto (inicialmente Trompeta, pero su dueña no supo de su sexo masculino hasta que creció) vivió con sus propietarios. "Convivía con nuestros tres gatos y lo más asombroso es que se llevaban bien", explican sus dueños. Tanto es así, que uno de los felinos jugaba a cazar a su compañero de plumas, como refleja algún que otro vídeo en YouTube que acumula decenas de visitas.

En esos años la "pareja" de Trompeto era un peluche que le compraron sus dueños, conocedores de que "estas aves establecen relaciones estables y era positivo para su crecimiento que pensase que tenía una compañera".

Amigo de los peluches

El resultado fue tan bueno que "aún a día de hoy cuando le enseño el peluche se emociona todo y hasta le baila", explica Olga Gregorio, que como orgullosa propietaria se deshace en elogios sobre su mascota: "Es buenísimo, cariñoso, inteligente, limpio a pesar de que la gente tiene la idea de las palomas son sucísimas, pues él no, al igual que su compañera son superlimpios".

Pasado el tiempo Trompeto estrenó su propia casa en la terraza, "un jaulón muy grande", resume su dueña, "donde vive con Valentina, su pareja, una paloma mensajera".

¿Cómo es que Trompeto dio el salto a la fama en las redes sociales? "Busqué información", explica Olga Gregorio, "porque nunca había tenido aves, encontré una chica en internet que tenía 2 palomas con vídeos en YouTube, página de Facebook... Y gracias a eso aprendí más sobre cómo tratarlo y alimentarlo, y además después me animé a abrir su página de Facebook, donde ya tiene cerca de 600 seguidores".

A día de hoy en la red social Instagram más de 1.800 personas siguen el día a día de Trompeto. "A sus seguidores les encanta, hay gente que lo sigue como si fuese una novela, siguen las historias con su pareja y especialmente ahora, que tuvieron un polluelo", explican sus dueños.

Éstos añaden que "se nos coló un huevo" sin retirar en la jaula "y lo dejamos nacer", añadiendo un elemento más al reallity protagonizado por los dos plumíferos. "Siguen sus aventuras, Trompeto apenas vuela, yo lo saco a pasear de vez en cuando, cuando hace sol y le encanta. Se queda en la palma de mi mano atusándose las plumas y estirando las alas al sol, y de ahí no se mueve, todo el rato en mi mano".

¿Lo mejor? "A raíz de esto conocemos a gente de todo el mundo que también tienen palomas, tórtolas, hasta mirlos que no pudieron soltar y que, como las nuestras, son mascotas. Les recomendados a todos las experiencia: Trompeto es un ser divertido y maravilloso, además de una estrella".