En 2013 el gobierno local aprovechó las obras de la red de abastecimiento de agua en A Barca, que obligaron a cortar el tráfico en la zona, para cerrar el tránsito por el puente y experimentar con su posible uso peatonal. La Xunta, titular del puente, nunca aceptó esa restricción circulatoria y la medida levantó protestas y malestar, por lo que el viaducto recuperó su funcionamiento normal tras las obras, si bien se modificó el estacionamiento en la calle Echegaray para convertir la calle en una zona de servicios.

Pero aquel fracaso no ha supuesto para el BNG abandonar aquella idea. Mientras la Xunta aboga por habilitar cuatro carriles en la PO-531 (un vial del que forma parte el propio puente de A Barca), el Concello mantiene en cartera su idea de intensificar el tránsito peatonal por él y limitar el de vehículos. Los desperfectos que causó el temporal en la marquesina del puente ha vuelto a sacar a la luz este debate, aunque por el momento de forma velada.