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Antón Patiño: "Nuestro entorno es narcótico, de ficción y con un grado increíble de sumisión colectiva"

"Estamos enfermos de imágenes, nos invaden para conseguir una alienación"

Antón Patiño, ayer en la presentación de su más reciente ensayo

Un libro complejo, con posibilidades de dobles, triples lecturas y relecturas a medida que el lector quiera profundizar en el diagnóstico de nuestro vértigo visual, la horrorosa inmediatez, el hartazgo de las imágenes? Es la propuesta de "Todas las pantallas encendidas. Hacia una resistencia creativa de la mirada" que el ensayista y artista Antón Patiño presentó ayer en Pontevedra. El acto, convocado por el Ateneo, consistió en un coloquio en el que también participaron el arquitecto César Portela y el crítico y comisario de arte X. Antón Castro.

-¿Cómo aborda en este ensayo nuestra saturación óptica?

-Lo hago desde el punto de vista de un pintor que como cualquier otro ciudadano occidental, urbano, soporta una gran densidad de información visual. Y lo que veo es que como pintor el tratamiento que se da a la imagen por parte de ese entorno consumista es una dimensión instrumental y en cierta medida alienante.

-He leído que los occidentales recibimos en un solo día más estímulos visuales que nuestros antepasados en toda su vida.

-Sí, antes la imagen era algo extraño, esotérico, en el libro se analiza ese aspecto y se habla de los tres estadios de la imagen: el primero que es como objeto de culto, vinculado al animismo, a la magia y a esa posición de la imagen como ídolo, como presencia venerada; un segundo que sería el estético, el que corresponde a la esfera del arte, que va en función del desarrollo de una serie de disciplinas; y luego habría, y hablo a grandes rasgos claro, un tercer estadio que es este magma audiovisual donde ya vivimos en un flujo, en una densa iconosfera y donde efectivamente sucede eso que plantea, también he leído esa cita en alguna ocasión y creo que se corresponde con nuestra situación.

-¿Dónde queda en este escenario nuestro umbral de atención?

-Es que, claro, evidentemente el umbral de atención es pequeño, por eso hay un ámbito que analizo que es la economía de la atención. Ya se habla de que un exceso de información produce lo contrario, ruido, y se genera una especie de censura, llamémosle así. Psicológicamente el espectador, el que recibe esa información no pedida y de esa magnitud sobrehumana, de alguna manera lo filtra, lo criba y la deja a un lado. El problema es que a la hora de abandonar toda esa información, ya sea publicitaria, política, ideológica, de consumo, abandonamos también otras cuestiones. Por eso en el libro, yo soy pintor y me interesa muchísimo la imagen lógicamente y el proceso de creación, me centro en otro aspecto, analizo justo lo que es la imagen instrumental.

-¿Qué persigue esa imagen instrumental?

-Unos fines que van más allá de la expresión liberadora, busca una colonización del subconsciente, tiene un alcance subliminal a veces y estaríamos en un entorno donde el cuerpo social, entendido así en el ese plano colectivo de masas, es bombardeado, continuamente asediado, por una proliferación de estímulos tan potente que realmente se produce una especie de neutralización, de parálisis, de pasividad también teledirigida, que es otro de los conceptos que utilizo: esa convicción que hay hoy por parte de muchas personas de que la cultura, la información, llega a uno sin necesidad de una posición activa. Yo defiendo la posición activa, creativa y en este libro me centro en ese análisis crítico de nuestro entorno que es narcótico, porque lo creo así, nuestro entorno es narcótico, de ficción, teledirigido y con un grado increíble de sumisión colectiva.

-¿Cómo se nos narcotiza?

-A través de procesos como el tecnonarcisismo y la instantaneidad informática, una instantaneidad de la actualidad que desplaza la vivencia real del tiempo, afecta también a la coordenada del espacio. Analizo en el libro cómo esas coordenadas antropológicas básicas, espacio y tiempo, son alteradas por una instantaneidad histérica inédita y que socava esas premisas de estabilidad, vamos a llamarle así, cultural o antropológica? Productos como la televisión son máquinas de amnesia, herramientas de olvido porque detrás de esas toneladas de imágenes lo que se busca es anular al destinatario, no enriquecerlo, nadie después de estar 4 horas delante de la tele te describe una sola imagen, es el adormecimiento colectivo.

-Su libro da un diagnóstico amargo.

-Sí, pero no pesimista porque hay todo un capítulo sobre la supervivencia y de análisis con relación al lugar y mundo, no aparece la palabra globalización pero al referirme a lugar y mundo aludo a un campo magnético entre la identidad local y las referencias abstractas de esta dominación tecnológica y económica globalitaria y hay unas contradicciones interesantísimas a mi modo de ver. Pienso que la arrogancia globalitaria tiene los años o las décadas contadas.

-Una buena noticia.

-Es que es una arrogancia, una pretensión totalmente irracional y como cualquier otro proceso de imperialismo lógicamente, ya sea en una generación o dos, asistiremos a ese declive, de hecho ahora todos los síntomas apuntan a eso. En este libro llevo trabajando 10 años, lo entregué al editor hace un año pero no cambié ni una sola letra, a lo largo de diez años da mucho tiempo a depurarlo y lo que puedo ver es que vivimos en un mundo fascinante, muy creativo en el que la imaginación, el talento, es premiado por el sistema, de hecho hay mucha gente que trabaja a favor de ese sistema de dominación, y luego hay gente que estamos en otro ámbito, que es el de la resistencia frente a esta servidumbre tecnológica, y buscamos a la vez herramientas de expresión que están en contacto con la naturaleza, también con la naturaleza que llevamos dentro, con la poesía, con los ritmos incluso ecológicos que reflejen el devenir de futuro, y buscamos devolver al tiempo a su legítima urdimbre.

-También habla en el libro de la expropiación del lenguaje.

-Hay palabras que son tabú, que están prohibidas, solidaridad, afecto, amor, apoyo mutuo, resistencia, justicia social, muchas, que ya no forman parte del día a día y están de alguna manera caricaturizadas o se pronuncian con cierto sarcasmo. Y es que el problema es que esa expropiación simbólica afecta también al mundo de las imágenes, que vienen a nosotros de qué manera y nos invaden, estamos enfermos de imágenes, sufrimos una invasión de imágenes que llegan a nosotros para conseguir una alienación y una aleación, las dos cosas, perfectas entre panóptico y espectáculo. El simulacro hiperreal del capitalismo avanzado lo que produce es una visibilidad inmovilizante: la tecnociencia nos vigila, cada uno en su pequeño apartamento, su nicho, y es el panóptico, mientras que el espectáculo cumple la segunda parte, de modo que el mando a distancia, el móvil etc, cualquier vínculo con las multinacionales es un elemento que se presenta como liberador, con un potencial de pluralidad enorme, pero en realidad con lo que te está conectando es con la voz del amo y con el amo directamente. Es esta cárcel sin muros, esta cárcel hedonista.

-¿Cuáles son hoy los señores feudales?

-Microsoft, gente así, cuatro empresas que son los señores feudales, que prácticamente ya tienen el mundo en sus manos. Todos estos conceptos de los que hablamos son los que analizo en el libro, que exige al lector participación, como todo el arte moderno va aportando destellos pero ¿qué sucede? Pues que entre una frase y otra parece que hay como un vacío, más bien para pensar, un vacío que tiene que completar el lector dialogando con su propia memoria y también con su propio conocimiento. Hablamos de un libro que puede leer una persona no digno que de modo inocente porque no existe pero vamos a decir sencilla y otro lector, por eso las notas a pie de página, puede buscar otra profundidad en determinados aspectos porque es un recorrido interdisciplinar por el ámbito filosófico, sociológico, artístico?

-¿Cómo resistir?

-Reivindico frente a la saturación una greguería de Ramón Gómez de la Serna o un poema casi transparente, breve, de Uxío Novoneyra o de Juan Ramón Jiménez. Siempre tengo, y aparece en el libro, el trasfondo de la poesía.

-De hecho dedica el libro al maestro Carlos Oroza.

-Sí, dice "A la memoria de Carlos Oroza, poeta y paseante".

-¿Ganaremos?

-El mundo global es matón, abusón, un totalitarismo inédito, pero no tiene ningún futuro a largo plazo, solo a medio. La capacidad de negociación, de imaginación y de resistencia de la mente humana es enorme, lo que habrá es, como en muchas otras ocasiones, un imperio que se disgrega? La aportación que podemos hacer es nuestra resistencia individual ante la sumisión colectiva, tenemos la capacidad de darle la vuelta a eso y debemos aprender a luchar, cada uno en nuestro oficio, para contribuir a la liberación.

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