El buen ambiente, la música, las actividades para niños y las compras definen a la Sétima Feira. Entre las escasas pegas que pusieron ayer los asistentes, el intenso ruido que por momentos definió a la celebración: no resulta fácil juntar a numerosos pequeños dispuestos a darlo todo jugando, actuaciones y más de una decena de puestos y que el aliño se defina precisamente por el silencio.

Por lo demás, en el primer cumpleaños de la Sétima Feira no faltó ni un pulpeiro, Ruzo. Con él, los de La Madrina de Candela de joyería; Carolina González de dibujo creativo; Lerole de juguetes infantiles; Sweet Paripé de textil; Pot de utensilios de cocina y regalos; Estrellas o Limones de productos infantiles; Black Whale Project de complementos; La Artesa de repostería; Droguería Moderna de droguería tradicional; Las Tareixas de textil y complementos; El Bazar Dibujado de ilustración; Charria Ceramics de cerámica y el espacio gastronómico Cookela.

Todos ellos renovaron esta apuesta por la escena creativa local y un modo diferente de aproximarse al Mercado.

Durante una hora y media todos los compradores fueron obsequiados con una bolsa, una edición especial conmemorativa del aniversario de Sétima Feira. Asimismo, los que acudieron con sus entradas a las Matinés do Principal pudieron beneficiarse de descuentos del 5% en los puestos colaboradores.

Los niños tuvieron oportunidad de participar en un pintacaras, aprender sobre los distintos puntos de vista del arte sobre los besos a lo largo de la historia o de aproximarse a la obra del artista Gustav Klimt, haciendo una instalación artística colectiva mientras reinterpretaban el cuadro "El árbol de la vida" .

Por su parte, sus padres, abuelos y padrinos los fotografiaban, recorrían los puestos o disfrutaban del aperitivo y la música.

Ésta corrió a cargo de los DJ Doutor Beer y Mr. Rocksouthings, que dieron paso pasado el mediodía al concierto sesión vermú, un acústico del grupo capitalino The soul breakers.