-¿Qué recuerdos tiene de Pontevedra en sus tiempos de estudiante?

-Recuerdos muy alegres. Tuve la suerte de tener muy buena gente alrededor. Eso es lo que me hace volver siempre. Por ejemplo, con los compañeros del Sánchez Cantón aún tenemos un "chat" y sigo viéndolos, nos seguimos llevando, esa etapa fué "muy rica" para mí.

-¿Y cuál era vuestro rincón?

-La plaza de A Ferrería. En aquella época "La Herrería" era por donde pasaba toda la ciudad en algún momento del día. Ahí quedabas con los amigos y si no quedabas te los encontrarías igual. Era el sitio de encuentro. También íbamos mucho a la Alameda a jugar al fútbol.

-¿Y sigue quedando con su gente en A Ferrería?

-No. Pontevedra es una ciudad que ha cambiado mucho, para bien. Es un sitio impresionante. Da gusto estar aquí. Es bonita, las calles sin coches te dan ganas de pasear. Por ejemplo este verano han venido unos amigos míos de Madrid, gente que ha recorrido mucho mundo, y se quedaron impresionados.

-Pues la pregunta que le quería hacer, precisamente, es si recomienda Pontevedra sin temor a equivocarse?

Sin ninguna duda. Es una ciudad alegre, llena de vida, llena de ciudadanos por la calle. Lo que a mí me llama la atención es que se ha devuelto la ciudad al ciudadano. Esto antes era un "atascazo". Cuando éramos niños yo venía de mi casa hasta A Ferrería en coche. Que vivo ahí en la Alameda y me lleva tres minutos venir andando. Éramos "gilipollas". Y nos ha quedado una ciudad preciosa. Maravillosa.

-¿Y qué le sugiere a sus amigos?

-Varios bares, terrazas, restaurantes. Hay uno en calle Churruchaos que es un sitio mítico. Mi lugar de reunión con los amigos. La tortilla de ese sitio es la mejor de España. No hay otra igual. Toda esa zona detrás del ayuntamiento me encanta. La vida me ha llevado a Madrid y es un lugar que me gusta, pero creo que si pudiera tener mi centro de operaciones aquí no dudaría en venir.