"No las vi porque iba cegado por el sol". Esta fue la explicación que ofreció ayer un vilagarciano del barrio de A Torre, Juan P. R., acusado de intentar matar a dos vecinas suyas atropellándolas con un coche contra un muro. Así se lo explicó a las magistradas de la Sección Cuarta durante el juicio por estos hechos que ayer quedó visto para sentencia en la Audiencia Provincial de Pontevedra

Sin embargo, tanto las declaraciones de los testigos como las de los propios peritos desmontan esta versión. Los investigadores visitaron el lugar de los hechos y realizaron cálculos para determinar que en el vial en el que se produjo el atropello, orientado de norte a sur, el sol no incide sobre la calzada en el lugar exacto del incidente dado que se encuentra oculto por unas casas. Señalan que, si bien sí podía incidir en el conductor en un tramo anterior, este le daría "por la nuca o la oreja" y nunca frontal o lateralmente como para entorpecerle la visión. "La posibilidad de deslumbramiento es nula", afirmaron. Tan solo un perito propuesto por la defensa señaló que sí podría molestarle el sol en un tramo anterior al lugar del atropello, pero reconoció que nunca en el punto exacto del arrollamiento, dado que allí no es posible el deslumbramiento.

Juan P. R. también intentó justificar a preguntas del fiscal el hecho de que abandonase el lugar en su vehículo sin prestar auxilio a las dos mujeres. Afirma que se fue a su casa en que "no tenía teléfono" encima para alertar de lo sucedido y que por eso acudió a su vivienda para que pedirle a alguien que llamase a la Policía. La hermana del acusado ratificó en el juicio que Juan entró en casa diciéndoles que acababa de atropellar a dos personas en A Bouza.

Según la tesis que defienden tanto el fiscal como la acusación particular, Juan P. R. habría arrollado a las dos mujeres por la muy mala relación que mantenía con una de ellas con quien acumulaba numerosos pleitos. Ella le había denunciado en múltiples ocasiones por amenazas de muerte, lesiones, amenazas, daños o vejaciones. En el juicio reconoció que el acusado en alguna ocasión le tiró un palo o le llegó a escupir en la cara. Ese mismo día tenía que ir al juzgado. Es precisamente esta víctima la que menos datos pudo aportar sobre el atropello: "yo solo vi un reflejo rojo y luego ya estaba tirada en el suelo". Sin embargo, su hermana sí afirmó que vio perfectamente como el acusado era quien conducía el coche, que aceleraba y cambiaba bruscamente de dirección para arrollarlas contra el muro. Dice que le vio la cara y que "se estaba riendo".

No hay frenado

Los peritos de Tráfico que declararon en el juicio también creen que se produjo un acelerón y un cambio de dirección en el vehículo antes de arrollar a las dos mujeres y consideran que este se hizo "voluntariamente". Además, añaden, "no se aprecia maniobra de frenado".

El fiscal jefe de Pontevedra, Juan Carlos Aladro, solicitó una rebaja en la condena que reclamaba inicialmente para el acusado. Pasa de pedir 18 años de prisión por dos delitos de homicidio en grado de tentativa (9 años por cada delito) a reclamar una pena de 10 años de prisión (cinco por cada delito). Entiende que cabe un atenuante tras comprobar que el acusado padece un trastorno mixto de la personalidad que, entre otras cuestiones, provoca que responda de forma "impulsiva" a ciertos actos.

Un trastorno que afecta "ligeramente" a su capacidad volitiva a la hora de contener estos impulsos. Con todo, insisten los especialistas del Imelga, esto no le impide "saber lo que hace" y comprender las consecuencias de sus actos. También la defensa, que ejercen los letrados Eloy Artime y Carmen Ventoso, modificaron sus conclusiones para pedir que en el caso de ser condenado se aplique el atenuante de arrepentimiento espontáneo.

Las dos víctimas sufrieron lesiones de gravedad que provocan que arrastren secuelas hasta ahora. Un perito de la Guardia Civil incluso señaló que "no entendemos como pudieron salir adelante".