Belén Sabarís vive con su marido y su hija de 8 años en uno de los pisos del edificio de la calle Santiña contra el que impactó la cubierta de otro inmueble situado enfrente que salió volando con la fuerza del viento. Ayer observaba como los bomberos saneaban la fachada de su inmueble, con graves daños, ventanas rotas por las que el viento filtró la lluvia y canalones y persianas afectadas. Describió como se produjo el impacto del tejado volador contra la fachada de su edificio: "Parecía que se caía todo abajo, temblaba el edificio entero", señalaba ayer. "Tras escuchar el ruido nos levantamos y nos llevamos a la niña a nuestro dormitorio, pero entonces fue cuando mi marido notó que corría mucho viento en casa y observó que el agua nos llegaba ya a la mitad del salón".

Así, con lluvia y viento azotando la vivienda, aguardaron a la llegada de los bomberos que retiraron los restos de la cubierta que "estaban desperdigados por toda la calle". De hecho, los restos cayeron sobre una decena de vehículos que estaban aparcados en el exterior.