Un instituto catalán ha prohibido el uso del móvil a los alumnos de 1º y 2º de la ESO para mejorar su concentración y la convivencia tras detectar que se pasaban los recreos con la mirada fija en la pantalla y sin hablarse entre ellos. Las nuevas tecnologías generan adición y modifican nuestra percepción de la realidad. Pero, ¿hasta qué punto? Dos profesoras de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación han hecho que los alumnos se enfrenten a su propia dependencia a través de un ayuno digital de 24 horas sin teléfonos, ordenadores, tabletas ni reproductores de música. "Han sufrido mucho, pero también han salido de ese torbellino en el que viven, han podido reflexionar y se han dado cuenta de que miran la vida a través de una pantalla", destaca la docente Montserrat Doval.

Ella y su colega Susana Domínguez decidieron realizar en su centro el mismo experimento en el que participaron en 2010 casi 1.000 estudiantes de 12 universidades de todo el mundo, ninguna de ellas española. En el primer ayuno participaron una veintena de alumnos de forma voluntaria, pero este curso lo plantearon dentro de sus clases y sumaron 150 alumnos de 1º de los grados de Comunicación Audiovisual y Publicidad.

Tras pasar un día desconectados, los estudiantes tuvieron que reflexionar sobre sus experiencias y enviar las conclusiones a las docentes. "No sé si soy yo el que poseo el móvil o el móvil a mí", "Me quedo fuera de las conversaciones", "No nos miramos a la cara" o "Jugué muchísimo con mi hermana pequeña y a ella le encantó" son algunos de sus testimonios.

"McLuhan dice que el pez no sabe que estaba en el mar hasta que llega a la playa. Hasta que no estás allí no te das cuenta de que se puede vivir de otra manera. No se trata de demonizar la tecnología, a mí me encanta, sino de utilizarla de manera consciente, sabiendo los efectos que tiene", apunta Doval.

Así, mientras a unos el día se les hizo muy aburrido o sufrieron de ansiedad ante la desconexión, otros aseguran que "la vida les dio para mucho más". La mayoría sí coincide en un uso del móvil muy vinculado al tiempo del sueño, bien a la hora de acostarse o cuando se despiertan.

El Whatsapp es la herramienta que más echan en falta y la sensación del tiempo se distorsiona: "Estas generaciones no utilizan reloj y tenían problemas para levantarse o quedar con los amigos, porque con las nuevas tecnologías la hora de una cita es muy elástica, va cambiando".

Los dos ayunos digitales también arrojan diferencias respecto al sexo, ellas, en general, están más vinculadas al móvil en el aspecto afectivo, y la edad. En el primer experimento, los estudiantes eran de cursos superiores y lo que más echaban en falta era Facebook y Whatsapp, pero los alumnos de 1º añoran, junto con este servicio de mensajería, Instagram y, al contrario de los mayores, ni siquiera citan Twitter.

"Los jóvenes de 17 y 18 años hacen un uso de la tecnología más basado en el culto a la imagen en busca de aprobación social y para estar en contacto con amigos o familiares. No les interesa disponer de información", apunta Doval.

La idea de ambas docentes es continuar realizando estos experimentos, dada la valiosa información que revelan. "Estamos muy contentas con los resultados e incluso nos planteamos hacer un seguimiento a este grupo de 1º para ver cómo cambian sus preferencias y también queremos colaborar con profesores del área de Educación", señala.