El estudio ambiental que acompaña al anteproyecto de dragado alerta de los impactos negativos que tendrá este proyecto durante las obras como "ruidos, emisión de contaminantes atmosféricos de los motores, entorpecimiento de las actividades turísticas, náutico-deportivas y pesquero-marisqueras", así como posibles "vertidos accidentales" alteraciones de la dinámica litoral, agua turbia durante el movimiento de los sedimentos y otros problemas. No se hace mención al movimiento de metales pesados acumulados en el fondo, si bien sí se ha detectado su presencia en algunas áreas.

Pero esos perjuicios se consideran en su mayor parte temporales y se contraponen a los "impactos positivos" a medio y largo plazo. Así, se apunta que la recuperación de "bancos marisqueros que no son explotados en la actualidad por falta de rentabilidad económica ya que el enfangamiento que ha ido soportando el sustrato ha conllevado a la pérdida paulatina de las poblaciones marisqueras".

También se cita "el incremento de los calados" en especial en el puerto deportivo, "lo que permitirá reducir los problemas que actualmente hay para la navegación, debido a los aterramientos que esas zonas están soportando de forma persistente" y que pueden implicar "un aumento" del número y tipo de embarcaciones que acceden al Club Naval.