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El meollo

Las cacas de los estorninos

Las cacas de los estorninos

El vuelo sincronizado en campo abierto de una manada de estorninos constituye uno de los espectáculos de la naturaleza más bellos que puedan contemplarse y que refleja, al mismo tiempo, una de las coordinaciones más singulares que puedan darse por una especie animal.

Esa organización impecable y ese adiestramiento inverosímil encierran todo un enigma aún no descifrado por la etología, ciencia que estudia y trata de desentrañar las claves y los porqués de tal comportamiento.

Los estorninos han regresado a Pontevedra de forma muy ostensible y molesta, particularmente en el entorno que tiene su epicentro en el gran magnolio que caracteriza la histórica Casa del Arco, que fue residencia de los Cruu y más tarde morada de los Muruais, pasando por el ilustre marino Méndez Núñez, don Casto. La situación de abandono de tan bella mansión ha facilitado que los estorninos se conviertan en unos intrépidos okupas de tan frondoso árbol, que reclama a gritos una poda responsable antes de que ocurra algún trágico accidente.

La llegada de los estorninos ha provocado entre el vecindario un efecto parecido a la escena más sofocante de "Los pájaros", la célebre película de Alfred Hitchcock, aunque sin tanto dramatismo. A partir de entonces, el tramo de la calle Sarmiento entre las plazas de A Verdura y Méndez Núñez, está hecho un auténtico estercolero por obra y gracia de estos moradores, que hacen sus necesidades sin aviso previo y que tanto sufren quienes frecuentan la zona en hora imprevista de deposiciones masivas. El cuerpo a tierra no sirve de nada en semejante territorio comanche.

Cualquiera sabe si el alcalde Lores se llevó a China una filmación de esta incidencia que tanto ensucia su modelo de ciudad, con la finalidad de encontrar en su gira por el lejano Oriente algún brebaje para remediar esos desagradables efectos colaterales.

Chapeau para los estorninos en su faceta artística de malabaristas y delineantes a cielo abierto, pero maldición para los estorninos por su condición animal de engorrosos y nocivos en territorio urbano. En encontrar un punto de encuentro y convivencia entre ambas cosas tan difícilmente compatibles se encuentra el meollo de la cuestión.

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