Cuando ayer sonaron las alarmas de incendio del colegio Campolongo no era un simulacro, sino que se trataba de un incendio de verdad. Se activaron los dispositivos contraincendios después de que sobre las nueve y media de la mañana se escuchase una especie de explosión y se observase humo saliendo del cuarto de la caldera. Al final, afortunadamente, todo quedó en un susto, el pequeño incendio apenas tuvo consecuencia y de hecho la caldera no resultó afectada. Se dice que no hay mal que por bien no venga y aunque profesores y alumnos pasaron algún momento inicial de nervios, el conato sirvió para comprobar que el plan de emergencias del colegio funcionó a la perfección.

Así lo explicaron fuentes de la Xunta, quienes indicaron que el desalojo de los más de 500 niños que cursan estudios en este colegio pontevedrés (hay 519 matriculados para este curso) estuvieron a salvo en el exterior del edificio en el patio en un tiempo récord de apenas un minuto y medio.

De inmediato acudieron también los bomberos y la Policía Local que pronto sofocaron las llamas y comprobaron qué es lo que había sucedido. Según explican desde la Xunta, alguien dejó unos botes de espray sobre la caldera que al calentarse explotaron y provocaron una llamarada que prendió sobre unos cartones que se encontraban en las inmediaciones, lo que generó el ruido y el humo que escucharon profesores y alumnos.

Tras comprobar los bomberos poco tiempo después que no había ya peligro y que no había rastro de humo, los niños volvieron a las aulas con total normalidad, salvo los alumnos de dos clases más cercanas al cuarto de la caldera que siguieron jugando un rato en el exterior, para retomar un poco más tarde la actividad lectiva. El incendio no tuvo tampoco consecuencias para el sistema de calefacción, que funciona normalmente. A pesar de que el incidente no tuvo consecuencias graves, el delegado territorial de la Consellería de Educación, César Pérez Ares, se desplazó hasta el colegio a media mañana de ayer para interesarse por el percance.

La nota positiva fue comprobar que los simulacros que se realizan en los centros escolares permiten estar preparados para responder a situaciones como esta.