La desagrarización del territorio, el incremento de matorral vinculado al abandono del rural, las repoblaciones con especies de crecimiento rápido o la urbanización de amplios espacios de la franja litoral provocan un enorme cambio ambiental sobre el que debaten este fin de semana en Pontevedra los científicos reunidos en el noveno Congreso Galego de Ornitoloxía. Lo organiza la Sociedade Galega de Ornitoloxía (SEO), de la que Sergio París es secretario.

-¿Qué efectos tiene el abandono del rural gallego sobre las aves?

-Se ha analizado ese efecto a nivel local, por ejemplo en la península de O Morrazo, pero un poco las conclusiones tanto de este congreso como de distintas investigaciones científicas y publicaciones de los últimos años es que el abandono del medio rural y la posterior transformación de áreas agrícolas en forestales, bien sea por abandono o por intensificación de pinares y eucaliptales, está provocando una grave pérdida de biodiversidad, tanto de aves como en general de otro tipo de especies.

-¿Por qué se produce este efecto, si en paralelo están ganando espacio las zonas arboladas?

-Porque el paisaje tradicional gallego es un mosaico entre zonas agrícolas y arboladas y es muy diverso en especies, incluye muchos tipos de aves distintas que con este abandono y estos cambios de usos se van perdiendo.

-¿En qué aves hace especial mella?

-En las que están vinculadas especialmente a ambientes abiertos, cada tipo de especie tiene unos requerimientos de hábitat distintos, hay especies que dependen más de zonas forestales y otras de áreas abiertas y son estas últimas, que están muy vinculadas durante siglos al hombre, las más afectadas, ya que están acostumbradas a vivir con él alimentándose de los recursos vinculados a la agricultura, como granos. Sus hábitats ahora se están perdiendo, se están abandonando y homogeneizando, desapareciendo esa diversidad de cultivos y paisajes, y todas esas aves que para su alimentación dependen de estos recursos como gramíneas y herbáceas pues ya no pueden sobrevivir.

-¿Qué especies están más amenazadas?

-En Galicia son muy claros ejemplos de especies amenazadas como el de la perdiz, que también tiene otras problemáticas porque la mayor parte de las que hay son casi todas procedentes de repoblaciones cinegéticas, no son de origen natural, pero si que se ven afectadas. La codorniz es una especie muy afectada, la tórtola, la alondra, son especies que eran muy comunes, hablamos por ejemplo de la rula que todo el mundo conoce, eran muy habituales y están en un proceso de declive muy importante. En igual situación también está el mochuelo, el cernícalo, que son aves rapaces muy vinculadas a zonas agrarias y que también están en un declive muy importante. En la misma situación están especies comunes como la golondrina, igualmente relacionada con el hombre ya que hace sus nidos en pequeñas aldeas y en un entorno cultivado y de prados, son especies que consideramos de siempre y muy habituales para todos nosotros, pues todas ellas están en un claro proceso de pérdida de poblaciones.

-Se está produciendo una reforestación del monte gallego ¿qué efectos produce?

-Es en realidad una forestación por el abandono del medio rural, que supone que se pierdan áreas cultivadas, tierras agrarias tradicionales, sustituidas por zonas de matorral y bosque, en ese caso si que está favoreciendo a especies forestales, pero no especies que necesitan bosques en muy buen estado, masas boscosas bien conservadas, sino especies más generalistas, forestales pero a las que un poco les vale cualquier tipo de medio.

-¿Cuáles de estas especies están ganando población?

-Aquellas de matorral y de bosque como pueden ser el chochín, el carrizo en gallego, que es una especie muy pequeñita y habituada a cualquier tipo de ambiente. En general se dice que están aumentando especies forestales pero no las muy amenazadas o muy específicas, como puede ser el urogallo, sino más comunes como pueden ser los pájaros carpinteros o especies que son forestales pero que en buena medida se adaptan a cualquier tipo de ambiente, que no necesitan zonas forestales de mucha calidad, sino sencillamente espacios que han sido abandonados y que están "a monte", como solemos decir.