La demanda de los mariscadores pasa por despejar de sedimentos y fangos los bancos del fondo de la ría, para aumentar la productividad en algunos y regenerar otros. La patrona mayor recuerda que existen puntos que "están llenos de arena y totalmente taponados", lo que afecta especialmente al marisqueo a flote, mientras que en el río "antes era rentable extraer almeja en el río y ahora no por la acumulación de fangos". Es por ello que insisten en la limpieza, más allá de abrir el canal de navegación.

La idea general pasa por dotar al río de una profundidad media de cuatro metros con la marea baja y por abrir pozos esporádicamente, de unos siete metros de profundidad, para que se depositen los futuros lodos, además de aprovechar parte de la arena que se retire para regenerar bancos.

Sin embargo, esta actuación requiere de unos análisis técnicos y ambientales muy exigentes, con unos plazos que no pueden acortarse por imperativo legal. El ente público recuerda que en el mejor de los casos dispondría de todos los permisos en el último trimestre de 2017 y después aún habría que aguardar a elaborar el proyecto técnico, licitar las obras y adjudicarlas, por lo que no se atreve a fijar calendario alguno, sobre todo porque la opción de los ocho meses de tramitación ambiental puede prolongarse con facilidad si las demás administraciones incluyen nuevas condiciones o el número de alegaciones implica un mayor tiempo de análisis y respuesta.