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Luisa Márquez: "No es posible transformar la escuela sin escuchar a los niños"

La profesora pontevedresa invita a rebelarse ante un modelo educativo "que es perjudicial, injusto, que no comparte"

Luisa Márquez, ayer durante su intervención. // Rafa Vázquez

La profesora pontevedresa Luisa Márquez inauguró ayer con su intervención las jornadas sobre educación "Inspira", que se celebrarán hasta abril en la Biblioteca Pública Antonio Odriozola y que tendrán lugar en forma de debate abierto los primeros sábados de cada mes hasta abril (con entrada libre).

-¿Cuál es el nuevo modelo de educación?

-Es la educación transformadora. Se basa en un nuevo modelo, que es posible. Para ello es imprescindible que existan complicidades entre toda la comunidad educativa: el profesorado, los niños, las familias y la comunidad. No es posible transformar la escuela si no ejercemos en espacios compartidos, si no escuchamos a los niños, si no trabajamos por el bien de todos ellos. Hay que tener un proyecto colectivo que nos ilusione a todos. Un ejemplo es la Red de Escuelas Asociadas a la Unesco, que sirve para compartir porque ese modelo de educación transformadora tiene que tener unas características muy concretas: la equidad, la justicia, la igualdad de género, la innovación tecnológica, el respeto a la diversidad... Todas esas cosas que confluyen para que acompañemos a los niños en su proceso de maduración, crecimiento y demás. No podemos transformar el mundo si no tenemos una educación que responda a las necesidades de los niños del presente.

-¿Ese cambio pasa por dar más protagonismo a los niños?

-Sí, evidentemente. Una de las bases fundamentales para la transformación educativa es que tengamos una escucha activa sobre las necesidades de los niños. ¿Qué escuela les gusta? ¿Cómo les gusta a ellos aprender? Esa es la clave. Muchas veces olvidamos escucharlos. Ellos tienen muy claro cuál es la escuela que quieren. Quieren una escuela participativa, una escuela donde se sientan felices, de acogida, en la que se sientan contentos porque van a su colegio. Cuando sea el espacio más natural para convivir, aprender, crear, disfrutar... es que estamos haciéndolo bien. Si un niño va forzado con una mochila cargada de cosas que no le gustan nada, es imposible transformar el modelo educativo.

-¿Se puede contar con las administraciones para ello?

-Yo soy muy optimista. Siempre digo que el marco educativo se puede romper. La transformación es posible porque la resistencia, la rebeldía, es una parte del sistema educativo. Tenemos que rebelarnos ante un modelo que es perjudicial, injusto, que no comparte ni escucha.

-¿Deben hacerlo los padres?

-Evidentemente, porque yo creo que las escuelas tienen que estar abiertas hacia fuera, para el mundo, y hacia dentro, para recibir a las familias, a la comunidad: las asociaciones de vecinos, culturales, el secretariado gitano... Las familias tienen que entender lo importante que es esa transformación y tienen que perder esa competencia sobre las notas de sus hijos. Tienen que ver si sus hijos están aprendiendo a ser personas, madurando, creciendo, encontrando caminos diversos para ser feliz. Eso es ganar competencias educativas y para la vida.

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