-¿Qué es lo más criticable del sistema actual?
-Se habla mucho de los aspectos negativos, pero no de las cosas buenas que se están haciendo en el entorno de las escuelas. Una escuela tradicional, del siglo XIX, no puede ser la escuela de los niños del siglo XXI. No podemos entender que la innovación es poner un ordenador porque la tecnología tiene que ir más allá, ser tecnología para el aprendizaje y para el empoderamiento de los niños y la participación. A lo mejor, lo que necesitamos es difundir todas esas experiencias positivas. No todo es negativo en la escuela.
-La Lomce da mucha importancia a las calificaciones.
-La Lomce tiene una ideología detrás, que es la empleabilidad. Ya la palabra es feísima. Tenemos que crear escuelas orientadas a la convivencia y el aprendizaje. ¿Cómo vamos a pensar en la formación de un niño de tres años para que sea un trabajador? Es absurdo. Está orientada a diferenciar, a segregar. La escuela no puede estar en función de un sistema ideológico de ese tipo, por eso hay que romper. La rebelión es fundamental.
-¿Y los deberes? ¿Deben existir?
-No tienen que tener un mundo de deberes, pero eso está relacionado con esa famosa competitividad. Un niño no puede llegar a casa y tener que hacer 50 sumas. Estoy en contra de la acumulación excesiva de deberes, pero no en contra de algún tipo de tarea. El tema de la no conciliación va más allá de los deberes. Las familias tienen jornadas laborales tan grandes que el niño no puede hacer deberes pero tiene que ir a clase de inglés, a refuerzo de matemáticas... Las propias jornadas de los niños son de locos.
-¿Cuántos centros escolares de Pontevedra hay adheridos a la Rede de Escolas da Unesco?
-En la comarca de Pontevedra somos 13 centros. Estamos trabajando en dos ideas claves: la ciudadanía global y el desarrollo sostenible.
