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Álvaro Lago: "En este país fuimos más libres y no logramos las cotas de libertad que nos merecíamos"

El escritor presenta hoy en el Museo la novela "Duelo de mordiscos y azucenas"

El novelista Álvaro Lago. // Rafa Vázquez

El Sexto Edificio del Museo será escenario hoy a partir de las 20 horas de la presentación de la novela "Duelo de mordiscos y azucenas. Una historia de Romasanta", de Álvaro Lago, compostelano estrechamente ligado a Pontevedra, en donde cursó Bachillerato y donde colaboró con el Museo.

-¿Qué es Duelo de mordiscos y azucenas?

-Una novela y uno de los versos de los Sonetos del Amor Oscuro de Lorca, que me dio pie o la chispa primigenia para empezar la novela, me marcó mucho. Es una novela que con la excusa de contar la vida de un trasunto de Manuel Blanco Romasanta, el lobishome de Allariz, un trasunto pasado en este caso a Obdulio Magdaleno Sánchez y a los años setenta para contar el derrumbe del franquismo, pero no como una novela ni política ni sociológica ni histórica, sino como una novela como eso, con pretensión de ser una novela.

-¿Por qué Romasanta, un asesino en serie?

-El personaje tiene todas las mimbres para hacer con él un cesto pistonudo, no solo Romasanta es el primer asesino en serie documentado y que además tenemos un larguísimo proceso perfectamente documentado sino que también engarza con la tradición del hombre lobo, de la licantropía etc. El juicio fue largo y salen cosas realmente bonitas y luego, una vez juzgado y condenado a muerte, se le ocurre la genial idea a un iluminado de pretender practicar con él retromesmerismo, que no me sale ni el palabro

-¿Qué es?

-La ocurrencia de hipnotizar a Romasanta para volverlo a su estado de lobo, y esto durante el reinado de Isabel II, es decir años antes de que naciese Freud, pues el individuo hilaba tan fino que en uno de los juicios Romasanta dijo que si él tenía una doble personalidad, una de ellas lobo, no podían castigarlo a él, al que no era lobo, por lo que hacía el que sí era lobo, eso mucho antes de que hubiera nacido Freud, ya es hilar fino para un individuo supuestamente analfabeto.

-Romasanta parece que era muy inteligente

-Creo que era listo como un ajo, fue un personaje muy conocido en su época pero estuvo muchos años sin que se hablase de él, y desde hace un tiempo a esta parte se han hecho películas, se había rodado El bosque del lobo en 1971 de Pedro Olea, con José Luis López Vázquez, una gran película, pero últimamente está la novela de Alfredo Conde, el filme de Paco Plaza, hay las Jornadas Romasanta en Allariz, es un personaje muy atractivo y me servía como pretexto para contar lo otro.

-Lo otro son los setenta: el franquismo que se muere por símismo

-Mi tesis es esa, si es que en una novela puede haber una tesis, que entre todos la mataron y ella sola se murió, vista desde hoy en día naturalmente, otra cosa era estar allí, pero que el origen de la transición no son estas cosas tan bonitas y políticamente correctas de la voluntad del pueblo español, no, no, simplemente que aquello se fue al garete, se les murió el viejo y todos los que estaban alrededor eran tan viejos como él o unos trepas. Y quienes tuvieron ojo se fueron colocando en la carrera de lo que vino después que es la transición.

-Aparecen nuevas lecturas de la transición?

-Los cincuentones y sesentones que en aquel momento estábamos más rufos creíamos que conquistábamos pequeñas parcelas de libertades que como el poema del Romancero "Onde fueron los castellanos", dónde se han quedado, es decir hoy en día es necesario recordarle al personal que un ciudadano tiene derechos por el mero hecho de serlo, y ya me dirá qué nos queda si empezamos a tener que recordar lo evidente y lo básico.

-¿En este país fuimos más libres?

-Si, creo que en este país fuimos más libres y no logramos las cotas de libertad que nos merecíamos. Al final pienso que no nos merecíamos tanto como creíamos porque no fuimos capaces de mantenerlas. En el mismo periódico en el que está usted a mi me salieron los dientes, estuve un verano haciendo prácticas y me dejaban decir unas cosas que en mis últimos años de ejercicio profesional ya no me permitían, cuando dejé de trabajar los periódicos no diría que era un rollo porque es una profesión apasionante, pero estabas mucho más maniatado.

-¿En esta novela también hace una suerte de venganza con los nombres de los protagonistas?

-(risas) Si, esas son pequeñas venganzas, ajustes de cuentas privados, como todo el mundo he tenido gente a la que le debemos mucho más que la vida, el disfrutar de ella, pero también personas cabronas, la violencia física siempre me ha parecido de mal gusto, que es de lo peor que me puede parecer algo, pero un pequeño zasca mola.

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