Ya es una tradición. Aquilina Alonso llega al edificio consistorial para ser recibida por el alcalde de Pontevedra, Miguel Anxo Fernández Lores, y los flashes de las cámaras se centran en ella, que va vestida con sus mejores galas. Ayer a mediodía volvía a ocurrir, porque Quila, como llaman los más cercanos a la pontevedresa, cumplía 105 años, un secreto de longevidad que la centenaria no quiso desvelar ante los periodistas que asistieron al encuentro con el regidor municipal.

"Abrázame", pidió la centenaria al alcalde nada más verle. En esta ocasión, Lores acudió a su cita pública con ella utilizando corbata, algo que la pontevedresa le echó en cara en anteriores ocasiones. "Tiene que ponérsela siempre. Todo el mundo tiene los ojos fijos en usted, en lo que es", le recordó también ayer.

Durante el encuentro, la mujer aprovechó para reivindicar al alcalde un mayor cuidado de la calle en la que vive, Echegaray, "que está muy sucia". En este sentido, le dijo que "si fuese más joven, hoy sería la segunda alcaldesa de Pontevedra".

Quila Alonso se reconoce "conservadora y conversadora", aunque no quiso decir a los asistentes cuál es su elección en la urnas. "Cada uno puede tener las ideas que tiene, pero la amistad continúa", dijo en relación a la suya con el alcalde.

Aquilina recordó cómo conoció a su marido, cuando estudiaba en La Sorbona, en París, estando becada por la provincia de Barcelona. "Él era de Almería y nos casamos en Poio. Viajamos mucho, por todo el mundo y por España. Íbamos mucho de vacaciones a Almería y Sanxenxo", asegura.

Ahora es una enamorada de Pontevedra, la ciudad que la acogió. Aún así, aprovechó la presencia del alcalde para advertirle de que "Pontevedra es una ciudad muy bonita, pero dentro de unos años se va a quedar vacía de comercios, porque todos cierran".

El encuentro terminó con el canto del "Cumpleaños feliz" a la centenaria, que recibió un ramo de rosas y una foto enmarcada con Lores de la recepción de 2015.