El 12 de octubre es la fiesta nacional, pero si hay un lugar donde el día tiene un significado especial, ese es Aragón. La comunidad resultante del histórico reino celebra el día de su patrona la Virgen del Pilar por todo lo alto. Zaragoza, capital de la región se engalana, y la Basílica homónima a la imagen religiosa recibe a centenares de visitantes de toda la comunidad.

Sin embargo, a cientos de kilómetros, hay un grupo de aragoneses que combaten la morriña reuniéndose con sus paisanos para celebrar desde la distancia un día que para ellos, significa mucho.

Todos los 12 de octubre desde hace 22 años, la Casa de Aragón de Pontevedra, fundada en 1994, organiza una celebración religiosa en la iglesia de O Burgo, donde el cura Luis Alcántara les acogió de buen gusto. "¿Dónde va a estar la Virgen mejor que con Santiago?", les expuso.

Allí está permanentemente la imagen de la Virgen del Pilar, cedida a la iglesia para sacar a relucir cada año, rodeada de la bandera de las barras rojas y amarillas de la Comunidad.

La Casa de Aragón en la ciudad del Lérez cuenta con 50 socios, pero la cifra tiene trampa: "Cada socio es una familia, por lo tanto, somos alrededor de 150 personas. La condición es ser aragonés, tener raíces, haber vivido allí o poseer un sentimiento especial de pertenencia por nuestra tierra y costumbres", explica Carlos Rived, uno de los promotores de la organización.

Mucho más que fe

El grupo de aragoneses se juntan dos o tres veces al año y ayer fue una de esas reuniones. La misa, con jotas, ofrenda floral, canto del himno y trajes tradicionales sirve para honrar a la figura de la virgen, que trasciende mucho más allá de lo religioso: "Es identidad".

No es de extrañar que hasta "O Bruxo" José Luis Torrado, que vivió unos años en Zaragoza, diga que "tan solo el pueblo aragonés puede igualar en hospitalidad al gallego".