El rural de la capital presenta una tendencia a la baja que se cifra en un descenso del 6% en la última década, con casi 1.400 vecinos menos que en 2006. Por su parte, el casco urbano ha ganado en el mismo periodo más de 3.800 residentes hasta el punto de que la ciudad alberga a día de hoy 62.089 habitantes, más del 75% de toda la población del municipio, con un total de 82.539 personas, mientras que en las quince parroquias se contabiliza un censo de 20.450 habitantes.

Marcón es el único territorio que registra un ligero aumento de su población en esta década, al pasar de los 2.165 vecinos de 2006 a los 2.177 actuales. Pero ese crecimiento del 0,5% (doce residentes más) no compensa el absoluto las pérdidas de las demás parroquias, que son especialmente significativas en puntos como en A Canicouva, el menos poblado del municipio, con solo 242 vecinos, un 17% menos que hace diez años. En este mismo periodo, Alba perdió casi un 14% de sus residentes y con descensos por encima del 8% se sitúan Verducido, Cerponzóns y Santa María de Xeve.

A día de hoy aún son nueve las parroquias que superan los mil habitantes. En algunos casos por escaso margen, como Tomeza (1.024) o Pontesampaio (1.051) y San Andrés de Xeve (1.087), mientras que Lourizán se mantiene como el territorio rural más poblado del municipio (3.105) pese a perder un 3,5% de habitantes desde 2006. Favorecido por la presencia del casco urbano de Estribela, Lourizán está muy por delante de Marcón (2.177), Salcedo (2.109) y Mourente (1.999). También Campañó supera la barrera de los mil vecinos con 1.866, al igual que Lérez, que llega a 1.729.

Esta caída de la población rural va unida a un mayor envejecimiento. La tasa de envejecimiento compara el número de mayores de 65 años con el de menores de 20. Si a día de hoy hay en la comarca alrededor de 115 jubilados por cada cien jóvenes, dentro de una década esa tasa llegará a 145.