Casi un año después de la firma, en diciembre de 2015, del contrato con los comuneros de A Canicouva por el que el Concello alquila diez hectáreas de monte en esa parroquia, por al menos 20.000 euros anuales (cuyo primer pago se debe formalizar antes de final de año) el gobierno local ya ha decidido un primer uso para esos terrenos. Servirán durante tres años como "banco de pruebas" de los efectos del compost, sobre todo el de menor calidad, sobre los terrenos degradados.

Con este objetivo, la Diputación, el Concello y la Universidade de Vigo han cerrado un acuerdo para elaborar esos estudios durante tres años, hasta 2019. De momento se realizarán con compost de baja calidad procedente de la planta coruñesa de Lousame y en el futuro se podría utilizar el que se elabore en el futuro recinto previsto en A Canicouva, si bien por el momento no se ha detallado plazo alguno para ello.

Este acuerdo, que supone un paso previo al proyecto de la posible planta de compostaje, confirma que el gobierno local sigue adelante con su proyecto pese a las reticencias del resto de la corporación, como se puso de manifiesto en el último pleno, cuando PP, PSOE, Marea y Ciudadanos, se unieron para exigir al BNG la gestión pública del sistema de recogida y tratamiento de basuras.

""Bioestabilizado"

Profesores y doctores de la Universidad centrarán sus estudios en buscar posibilidades de mejora del compost de menor calidad (denominado "bioestabilizado" al no se de clase A) para encontrar un aprovechamiento con garantías en los usos forestales: el objetivo es "obtener un recurso valioso lo que a priori es un residuo y no se puede aprovechar", según explicaron ayer los participantes, al presentar la iniciativa.

César Mosquera, vicepresidente de la Diputación y "alma mater" del nuevo plan de basuras que quiere implantar el Concello en todo el municipio desde hace varios años, explicó que la hipotética planta de A Canicouva "tiene como objetivo producir solo compost de gran calidad, tipo A, que se pueda destinar a la comercialización o a la fertilización de jardines y zonas públicas", pero admite que pueden llegar residuos orgánicos mal separados o con deficiencias que "produzcan partidas de calidad más baja, por lo que queremos ver cómo se puede corregir ese bioestabilizado para buscar un uso beneficioso".

"Si en el banco de pruebas que será el monte de A Canicouva se demuestra que es posible conseguir buenos resultados con el bioestabilizado, la investigación será muy trascendente porque sería extensiva y se facilitaría la regeneración de suelos, haciéndola más simple y mucho más barata, ya que ahora las técnicas son muy complicadas o costosas", añadió.

Implicación de los alumnos

El convenio establece una aportación de 230.000 euros por parte de la institución provincial en tres anualidades (100.000 euros este año, 70.000 en 2017 y 60.000 en 2018). La Universidad, mediante el área de Edafoloxía y Química Agrícola, colaborará aportando personal técnico cualificado, conocimiento y uso de los laboratorios y otras instalaciones. El grupo de investigación estará formado por las profesoras Purificación Marcet y Emma Fernández Covelo en la dirección y dos doctores que investigarán de manera exclusiva. También colaborarán los alumnos de la escuela de Forestais del campus de Pontevedra que quieran realizar sus trabajos de fin de carrera o de master sobre el compostaje.

Por su parte, el Concello aporta las 10 hectáreas de terreno. Mosquera insiste en que "la planta ocupará poco más de una hectárea por lo que queda mucho terreno en el que actuar. Hay zonas muy pobres y degradadas, laderas que son verdaderos pedregales, o áreas afectadas por los incendios y por la existencia de canteras que se usaron en su tiempo. Hay mucho donde aplicar ese bioestabilizado y realizar una investigación avanzada".